“Algún día te voy a decir lo que pienso de la belleza y la fealdad, y del inmundo vicio de los seres humanos de medir a sus semejantes en términos de valoración estética de lo físico. Si me acuerdo, te lo voy a decir...”
Esto generó una e-charla interesante con mi amigo Dill.
Dill:
Dejaste picando el tema de la belleza y la fealdad "y del inmundo vicio de los seres humanos de medir a sus semejantes en términos de valoración estética de lo físico".
Creo que ya se ha entrado en un callejón que no tiene salida. Si bien sé de tu atracción por la TV, hay que reconocer (ya lo dije alguna vez) que para la conformación del gusto masivo ésta ha sido la "solución final" luego de las bombas previas tiradas por el cine.
Es sabido que la percepción de lo bello y lo feo es construcción cultural. Baste para ello mirar las bellezas retratadas en un cuadro de Renoir y las que adornan un afiche publicitario actual. Lo más difícil de responder (para mí) es ¿por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo? ¿Por qué cambian los modelos? ¿De dónde surge esa necesidad?
Es claro que luego de que un modelo de lo que se considera lindo está instalado en el imaginario masivo, se entra en un tipo de inercia que no se hace preguntas, sino que sólo va en busca de las coordenadas que se corresponden con dicha concepción ya establecida. Pero lo que yo sospecho es que detrás de todo esto hay un interés oculto, que mi intuición me dice que tiene que ver con la evolución del capitalismo, con ciertos intereses de clase. Digo que sospecho porque no lo tengo para nada claro, lo intuyo. Sería interesante leer a los inteligentes que escriben sobre el tema, como Umberto Eco, que acaba de publicar un libro titulado "La belleza", y es precisamente un estudio acerca de lo que estamos hablando aquí.
Yo hablaba de capitalismo porque todo esto de los lindos y los feos lo que genera es, en definitiva, discriminación, y esas son cosas que al capitalismo le gustan y le vienen como anillo a sus enjoyados dedos. Y si bien no todos los lindos pertenecen a una élite de gente con dinero, es la gente con dinero justamente la que suele determinar y manejar este tipo de cosas.
"Vender", esa es la palabra que parece camuflarse entre los ojos, las tetas o el cuerpo de los lindos y las lindas que imponen su estilo de belleza para que luego, ya echada a rodar, comience a disolverse en el deseo a secas y sin fines de lucro. Primero se instala el tipo de belleza que regirá el mercado de lo deseable y luego los avisos, los programas de TV, muestran, para vender, esos rostros y cuerpos "lindos" que parecen haber comprado antes que nosotros lo que se quiere promocionar. Y hacia allí vamos.
Si pusieran mi cara en un aviso de Kenzo, por ejemplo, creo que hasta se podría imaginar que se trata de un perfume que no huele bien. Fijáte hasta qué punto la belleza prototípica y aceptada como tal influye en la recepción que puede tener determinado producto.
Pero todo esto no contesta las preguntas iniciales ¿por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo, por qué cambian los modelos, de dónde surge esa necesidad? Por ahí cuando ven que se van agotando esos modelos los van cambiando sutilmente por otros, aunque desde la aparición de la televisión no parece haber habido cambios trascendentes al respecto...
Gus:
Puedo estar de acuerdo (lo estoy de hecho) y aceptar la incidencia del capitalismo en la imposición subliminal de los modelos de belleza, pero lo que más me preocupa sigue pasando por otro lado. Tal vez por esa esquina en la que dobla el viento..
Yo creo que este callejón nunca tuvo salida, y no estoy tan seguro de que la percepción valorativa de lo bello y lo feo sea sí o sí (y solo sí) “construcción cultural”.. Lo es sólo en parte, según en qué arista del poliedro se instale uno como observador.
A mí no me llama tanto la atención que los modelos de belleza cambien, porque en realidad es el ser humano lo que cambia. Hoy Marylin, comparada con cualquier modelito de cuarta, sería considerada una gorda fofa, y seguramente perdería en un casting con alguna bonita anoréxica, pero.. hay que situarse en su época para entender que, "dillanamente", se le daba más importancia al rostro (seguramente porque prejuicios de la época hacían que no se exhibieran los cuerpos como hoy), y en general las mujeres “lindas” eran así, el modelo era así. Al margen de las.. construcciones culturales que erigieran cierto estilo de figura como referente top, parece que las mujeres no venían de fábrica con cuerpos como los que hoy se consideran perfectos: casi todas las mujeres de esa época eran rellenitas, de carnes blandas, y con algo de panza.. Se producían menos, no fitness, no diet, no surgery. Al menos eso es lo que registra mi catálogo mental de fotos y filmes viejos. Y no me parece una locura lo que estoy diciendo: la mujer de Neandertal debía tener pelos hasta en las plantas de los pies, seguramente se parecía más a Chita que a Jane. Los modelos de belleza cambiarían entonces a la par de los cambios de los sujetos observados. Marylin era lo que había, lo mejorcito de lo que había. Creo que basta con “mirar las bellezas retratadas en un cuadro de Renoir y las que adornan un afiche publicitario actual” para darse cuenta de que no sólo cambió la valoración, sino que también cambió algo más.
Entonces.. no estoy en desacuerdo con vos (y me reí mucho imaginando tu rostro o el mío en un afiche de publicidad de Kenzo, usted sabrá perdonar, doncompadre), pero a mí me desvela otra cosa: sea cual sea el desencadenante de cambios de modelos de belleza, y sea cual sea el modelo de belleza de determinada época, siempre hubo (y parece que siempre va a haber) modelos de belleza. Y no sé hasta qué punto eso es condenable, si esos modelos surgen del gusto popular.. Porque más allá de los medios, y el capitalismo y lo que se te ocurra, si tirás una Pampita en la tribuna de una cancha de fútbol, todos los muchachos se van a babear (y es probable que después de la segunda birra se la caguen culeando); pero si en cambio ponés una mina fea, ninguno la va a mirar, o a lo sumo algún roto se le anime.. y le ofrezca una aguja.
Y.. creo haber llegado al punto: estoy más molesto con la naturaleza que con la tevé del capitalismo, que lo único que hace es exaltar públicamente lo que en realidad pasa siempre, en cualquier ámbito privado (y no le estoy lavando los pecados al capitalismo y a sus medios, que no por tener responsabilidad limitada son menos crueles y dañinos: sólo digo que echan leña a un fuego ya encendido..).
No sé si cabe decir que el que es lindo gusta, o que el que gusta pasa a ser considerado lindo, no sé si aparece primero el huevo o la gallina, pero no importa: el resultado es el mismo, el que es lindo gana. Y no debiéramos molestarnos: se trata de un maneje espontáneo de la naturaleza humana, es normal sentirse atraído por lo atractivo, y no por aquello que resulta desagradable a la vista y demás percepciones..
A mí tampoco me da el mate para un análisis profundo (eso se lo dejo a Eco). Sólo digo lo que siento. Y lo que siento es que la puta naturaleza es la primera y más cruel discriminadora..
“¿Por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo, por qué cambian los modelos, de dónde surge esa necesidad?” Voy a reescribir lo que dije más arriba, ahora con forma de respuesta puntual: no creo que se modifique la manera de percibir lo bello, ni que haya necesidad alguna, y los modelos cambian porque cambia el ser humano (los modelos cambian porque cambian los tipos). Sin embargo creo que Marylin habría sido considerada hermosa en la Edad de Piedra, y en el Renacimiento, y lo sería hoy (con una buena dieta y un personal trainer..). En cambio Dill y Gus.. no dan el tipo que encaje en los modelos de belleza de ninguna época de la historia de la humanidad. Pero dejando este detalle al margen, creo que siempre existió y siempre existirá la maldita diferencia entre los lindos y los feos, como una discriminación natural.. Y entonces, si discrimina la madre.. es casi lógico que discrimine el hijo. La única diferencia es que el hijo discrimina por conveniencia (algo bastante entendible, y hasta aceptable, porque es inteligente y no malo buscar la propia conveniencia), y en cambio la madre... discrimina por pura hijoputez divina, otra razón no parece haber.. Una vez más me fui al carajo. Que Dios me perdone, que perdone mi humana soberbia de ignorante resentido. Pienso lo que puedo.. digo lo que siento.
Bueno, para redondear voy a ir al punto que me hace hervir el mood: me parece enfermo y enfermante referirse a un excedido de peso como “el gordo”, a alguien que tiene grande la nariz como “el narigón”, a un bajo de estatura como “el petiso”.. etc. Me resulta asqueroso que al mirar a alguien se esté midiendo el grado de belleza del cuerpo (y también sus defectos) sin saber nada del alma. Ya sé que el cuerpo es visible a los ojos y el alma no, y entonces parece lógico que con los ojos se mire lo que se puede ver.. Pero me resulta repugnante eso que sí es una “construcción cultural” (como diría usté, Dill), y que hace que, de alguna manera, discriminemos hasta los que conscientemente jamás quisiéramos hacerlo...
Los que tenemos más de Quasimodo que de Narciso sabemos de qué estoy hablando.. y lo padecemos.
Invariablemente siempre termino condenando a la naturaleza (con o sin capitán al timón). Por más vueltas que le dé al tema, no puedo llegar a otra conclusión: la naturaleza es muy turra, muy injusta. Podemos llenar cientos de hojas analizando inútilmente lo que se nos ocurra enfocar como posible clave de algo, pero todo se va al carajo (perdón: se desmorona) ante un simple ejemplo provisto por la realidad: en este planeta no es lo mismo parecerse a Brad Pitt que a Toti Ciliberto.
Ya hablé mucho de este tema, y no quiero buscarle la sexta pata al gato, porque como todos sabemos, los gatos tienen sólo cinco.. Pero me atormenta la certeza de que existen la belleza y la fealdad absolutas, objetivas, más allá de los detalles y parámetros que uno podría considerar, independientemente de la valoración de distintos observadores. Nadie en su sano juicio va a decir que Marylin era fea, o que Ana María Giunta es linda.. Sin embargo, si nos movemos en los puntos centrales (o no tan extremos) del espectro.. ¿lo lindo gusta simplemente porque es lindo o lo que gusta pasa a ser considerado lindo y se establece “por selección natural” como modelo de belleza? ¿el huevo o la gallina? No sé, ni me importa, ni me da la cabeza para pensar en boludeces. Pero algo está claro: la naturaleza es una culeada hija de puta, y no es lo mismo.. etc. Te lo dice un damnificado que no se siente tan feo como el Tehuelche pero se sabe a años luz de Pablo Echarri...
*Verónica (invitada sin tarjeta):
Perdón, puedo comentar? No pensaba seguir haciéndolo, de verdad, pero me
interesa el punto.. Almendra dice que obviamente fue primero la
gallina, porque si hubiese sido el huevito sin nadie que lo empolle..
sin duda se habría congelado de frío!
Creo que están hablando de
categorizaciones conceptuales, de stándares, que como toda cosa definida
y delimitada por el pensamiento es algo muerto poéticamente. Si eso
fuera todo no existiría el arte (en todas sus formas, se entiende). Pero
el arte impregna la vida hasta puntos inimaginables; es pregnante
diríamos los Plásticos. Y su poder radica en que lo bello para él es un
horizonte eternamente esquivo, el arte persigue una inexistencia y lo
sabe, su propósito es en realidad un despropósito que evidencia una
realidad: el alma humana ..Una contradicción, algo que puede albergar en
sí el ser y el no ser, una derrota de la razón.
..El Hombre se topa con la belleza, como se encuentra con una verdad; como accede a toda trascendencia.. Casi por error.
22 de marzo de 2009 03:19