..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

viernes, 3 de agosto de 2007

Fe de ratas

Por Gus

En un pasaje de
De milagros, santos y otros demonios dije que "
aborrezco la prédica, cualquier prédica, toda prédica", y recibí por ello un comentario que me llevó a pensar que no había sido del todo claro, que no se entendía que me estaba refiriendo exclusivamente a la prédica de orden religioso. Hasta estuve a punto de corregir ese texto, agregando la palabra supuestamente faltante, aparentemente necesaria para evitar cualquier confusión o duda. Pero no, creo que no hace falta en realidad. Releyendo el texto, pienso que resulta clarísimo que me refiero puntualmente a la prédica religiosa, y a ninguna otra. Porque diccionario al margen, el uso habitual de esa palabra le confiere una connotación tal que hace que, aisladamente, parezca aludir a una práctica religiosa (si queremos referirnos a otro tipo de prédica, resulta necesario aclararlo, salvo que el contexto básico no de lugar a dudas). En mi texto cuestionado hablo de milagros, dioses y otros demonios, y no creo necesario ser más explícito al usar la palabra "prédica"... Es obvio que no apunto a las prédicas en general, no hablo de la prédica del Che, del Dr. Cormillot, o de Greenpeace: en este texto en particular me refiero exclusivamente a la prédica religiosa... y hasta donde yo se, esa prédica nunca generó evolución ni revolución alguna, ni siquiera alentó mínimos cambios sociales que hicieran que los pobres fueran aunque más no sea diez centavos menos pobres... En este punto me detengo para resaltar que si lo que acabo de decir es prédica anti religiosa, o antiprédica, lo asumo con cierto orgullo.
Obviamente no tengo nada en contra de otro tipo de prédicas... ideológicas: hay prédicas y prédicas, y en todo caso las ideas son algo que, bien transmitido, puede generar cosas importantes, como más ideas, reacciones, consciencia, hasta una revolución social o cultural. Pero la prédica religiosa... hmmm... respeto la fe de cada ser, y la no fe también, y creo que en el más leve y sano de los casos, no es serio pretender vender hadas e ilusiones intangibles, no me parece que algo tan personal como la fe (cualquier tipo de fe religiosa) resulte una mercancía limpia, potable... y mucho menos cuando la historia universal nos muestra claramente que ese tráfico de principios dogmáticos siempre pareció estar al servicio del Poder que hizo de este mundo la cagada que es...

Yo no debiera hablar de Dios, y la verdad es que no hablaría si no fuera porque “está en todas partes”… Yo de Dios no se nada, ni siquiera se si creo que existe o no. Mi capacidad de creencia es un péndulo que permanentemente oscila entre Si y No, aunque cierto magnetismo la atraiga con más fuerza hacia No. Pero en realidad yo, como todo el mundo, no tengo certeza alguna al respecto. De Dios nadie sabe nada, porque si existe no se presenta, no se revela, no se manifiesta. Esa es la única verdad demostrable, concreta. De Dios, o de un supuesto ser tal como las religiones lo describen, sólo conocemos esas descripciones. Basura, pura basura: el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, y lo adornó como se adorna un arbolito de Navidad. Los hombres solo saben de Dios lo que otros hombres dicen saber, pero esos otros hombres solo saben de Dios lo que otros hombres dicen saber… y así indefinidamente, como el cuento del gallo capón (que es igual al de la buena pipa). Nadie creería en Dios si nadie hubiese predicado su existencia. Cada uno se plantearía los misterios de la vida en sus propios términos, con su humana inteligencia como única herramienta, y adoptaría una particular creencia, acorde a las respuestas que se haya podido dar a sí mismo. Sin tendenciosas interpretaciones ajenas, ni normas impuestas, ni mandatos (mandamientos), ni promesas fantásticas, ni juicios de terceros, ni amenazas, ni invisibles seres superiores sospechosamente pintados a conveniencia de ciertas minorías... Ante la prédica (religiosa, ahora creo que tengo que aclarar todo, a mi juego me llamaron) no puedo evitar sentirme molesto por el paquete que venden las religiones, con un Dios improbable, inventado, como objeto principal. Y en ese punto se planta la pregunta del millón: “¿para qué, a quién le sirve que los pueblos compren eso?” La respuesta surge por si sola, de la más pura lógica si es que nos movemos en un plano razonable: le sirve a los que siempre les sirvió, a los poderosos de todos los tiempos, que escribieron esta inmunda historia de dominación a través de la manipulación de la consciencia colectiva de los Pueblos. Si yo te digo “mirá compadre, en el jardín de tu casa hay un pez dorado que nada en el aire”, te puedo estar jugando una broma inofensiva; pero si agrego que “el pez quiere que me invites a comer”… soy un hijo de puta que te está vendiendo basura para obtener algun provecho. No conozco ninguna religión que explique algo lógicamente sin pedir nada a cambio: todas dicen lo qué hay que hacer para ganarse el premio, todas tratan de imponer normas de conducta. Y no conozco ninguna norma de conducta propiciada por religión alguna que tienda desinteresadamente al beneficio personal o colectivo como única consigna. Entonces repito lo que creo: la prédica (religiosa) sólo parece apuntar a la venta de un paquete que tiene olor a bosta.

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