..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

miércoles, 30 de abril de 2008

A QUIEN CORRESPONDA

aporte de Dill

Un poema de Oliverio Girondo

QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES...

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

Oliverio Girondo

miércoles, 23 de abril de 2008

Bronca contenida

Mi simpatía por este gobierno K es limitada, estrecha. Mi apoyo a sus medidas rengas no es incondicional: apenas se circunscribe a hechos puntuales muy definidos. Estoy del lado del gobierno en la puja con los productores agropecuarios sólo porque estoy en contra de la ambiciosa prepotencia de esos oligarcas de mierda. Nada más: no soy kaísta. Aplaudo lo que está bien, pero pienso que la mayor parte del bulto que llena el paquete está mal. Y ahora tengo mucha bronca, basta, se terminó, lo que se daba no se da más, me pudriste Cristina. Ya lo dije en mi opinión del 27 de marzo (ver Mano dura, please): las cosas a medias no sirven.
Si la idea es implementar una política redistributiva que apunte a una mayor equidad social, no se puede negociar con el enemigo, y mucho menos someterse a sus caprichos egoístas. Hasta ahora, lo del gobierno es una lamentable payasada que puso contra las cuerdas a la clase más baja: no se consiguió lo que en realidad será imposible si se espera contar con la aceptación de los que nunca quieren perder privilegios, y las consecuencias de la demostración de poder de estos, en contraste con la debilidad de un plan sin estrategias claras, ahondó el caos inflacionario que nos está llevando al abismo. Los parásitos del campo hicieron paro, cortaron rutas, provocaron un desabastecimiento que fomentó la especulación de otros sectores de poder económico no menos parasitarios, y esto se transformó en más inflación (que seguramente el Indec intentará camuflar como quien tapa una hoguera con una hoja de papel de diario). No es válido hablar de incrementos circusntanciales, porque nada de lo que aumentó como consecuencia del desabastecimiento volvió a su precio anterior, y un aumento permanente se define técnicamente como inflación. Todo a medias, pero a medias mal: un tiro por la culata...
¿Cómo hubiera sido hacer las cosas no a medias? Simple: tratar a los Cardon men del campo como si fueran maestros patagónicos, usando la fuerza pública para que se suban a las 4x4 y se dejen de romper las pelotas en medio de la ruta, por las buenas o por las no tan buenas, ¿para qué están los gases lacrimógenos y las balas de goma? Una demanda violenta que atenta contra los intereses colectivos justifica plenamente una respuesta igualmente violenta. Cortar rutas y digitar el destino de un país es violencia, vaciar más aun las mesas de los pobres es violencia, aunque no se vean armas. Y después, despejadas las rutas, si siguen jodiendo se aplica la Ley de Abastecimiento y a otra cosa.
Pero al gobierno lo único que se le ocurre es mandar al descerebrado de D'Elía y sus muchachos como fuerza de choque en la Plaza, y a Moyano y sus camiones como patrón de las rutas...
¡Basta Cristina, la concha de tu madre! Los tiempos de aquellos a los que las tripas les silban de hambre no son los mismos que los tuyos, dándote el lujo de tunear el avión presidencial y comprarle un auto de cuarenta lucas verdes a tu hija adolescente. Este pueblo, el estrato más sumergido de este pueblo, espera respuestas inmediatas, hechos concretos para paliar la tensión de la miseria. A medias no sirve, a medias es nada, o hasta peor que nada…
Gus 

lunes, 21 de abril de 2008

Fragmentos de cartas de 2004

De Gus a Dill

28 de marzo ‘04
Se cumplieron veintiocho años del golpe militar del ’76, y aunque no tengo ganas de hablar mucho del tema, sin ponerme solemne quiero compartir con vos un minuto de… reflexión.
Esa historia negra del país es una historia negra en nuestras vidas, que seguramente, como vos decís, habrían corrido mucho más peligro si la cosa nos tomaba un par de años más grandes, pero que igual nos agarró en un momento tan crucial en la vida de un ser humano que casi diría que nos la cagó. Lo que quiero decir es que tanta represión y tanto miedo vividos a los dieciocho años seguramente contribuyeron a acentuar algo que venía con nosotros desde la cuna: éramos medio pelotudos desde el vamos (no se ofenda compadre: yo era medio pelotudo, y me parece que usted también), y esos milicos de mierda (la cara visible de un poder maldito), nos cortaron las alas del cuerpo, obligándonos a generar un anticuerpo con forma de alas de la mente que, al no encontrar un espacio para volar libremente, se anquilosaron y se convirtieron en símbolo de que "lo que está y no se usa nos fulminará".
Hace un rato dije que los milicos nos cagaron la vida, y la verdad es que no estoy muy convencido de que haya sido tan así. Me incomoda un poco haber dicho eso, que entre otras cosas parece una falta de respeto a la memoria de los que fueron torturados y desaparecidos. Seguramente no fue agradable para nosotros (y para otros miles y miles de sobrevivientes) haber padecido la dictadura, pero cuando pasó estuvimos intactos para celebrarlo. Y para intentar recomponer la estructura sicológica descompaginada por el horror.
Sin embargo creo que los milicos no tuvieron mucho que ver con algunos puntos básicos de mi vida, como la incapacidad de relacionarme bien con el sexo opuesto. Antes del golpe, y durante la dictadura, yo ya estaba mal parado en ese terreno, y creo que si en lugar de estar viviendo tiempos de absoluta represión en todo sentido hubiera transitado la adolescencia con un entorno de destape, habría quedado igualmente descolocado (aunque esta vez no pluralicé, me parece que la prenda le calza también, compadre).

9 de marzo ‘04
Cuando yo hablo de Dios, me muevo en un plano del absurdo, compadre. Al igual que usted, no creo que Dios haga ni deje de hacer nada en el ámbito terrenal (ni en ningún otro: ¿qué podría hacer o dejar de hacer alguien que no existe?). Nadie puede estar seguro de nada: tanto los que creen como los que no creemos, nos manejamos dentro del ámbito de la fe o la falta de ella, ya que pruebas no tenemos de nada. Ni siquiera la razón da respuestas concluyentes. La pregunta entonces sería ¿porqué hablo de Dios si no creo que exista? Bueno, hablo de Dios porque el enemigo habla de Dios. Cuando yo cuestiono o puteo a Dios, en realidad lo que estoy cuestionando o puteando es el manejo de la idea de un Dios digitada por el poder siniestro de los siniestros poderosos que gobiernan el planeta: en sus manos sucias, Dios es un arma más poderosa y letal que cualquier otra, aunque no se manifieste con explosiones ni disemine virus o gases de mierda. Cuando me dicen que Dios castiga y yo les contesto que entonces Dios es un hijo de puta, lo que les estoy diciendo es “ustedes son unos hijos de puta”. Pero para nada quisiera que mi mambo con Dios, o con la idea de un supuesto Dios en el cuál no creo, resultara ofensivo para quienes sí creen.

Dios!!

Si Alejandra Pradón se hubiera muerto como consecuencia de la caída desde un séptimo piso, no me habría sentido feliz… ni triste, ni nada: no me habría conmovido en absoluto. Pero me da un poco de bronca pensar que una pobre puta de cerebro reducido haya sobrevivido a un caída de siete pisos porque impactó con la pelvis, y que Juan Castro se haya reventado la cabeza al caer desde un insignificante primer piso, cinco metros a lo sumo. Aunque no es algo que se pueda medir en términos de equidad, me parece terriblemente injusto. Pero la vida es así… Yo no sé si hay un Dios (o muchos, o ninguno), pero igual me dan ganas de putear a Victor Sueiro. ¿Por qué suponer que Dios está presente en cada milagro de buen final, y no suponer que también está presente en cada desgracia o catástrofe? Si Dios existe, creo que es razonable juzgarlo por todo, y entonces mientras los pelotudos como Sueiro gritan ¡bendito sea Dios el milagrero! yo le escribo el prontuario más negro…
"Para ti soy ateo. Para Dios, la oposición".
No, mentira: en realidad no tengo nada en contra de Dios (si ni siquiera sé si existe..). No es con Dios mi problema, sino con las interpretaciones erróneas, tendenciosas, maliciosas, fascistas, que algunos hijos del poder hacen de sus acciones y sus ausencias. Lo que me desquicia es la estupidez

Gus, 18 de marzo ‘04

viernes, 18 de abril de 2008

Espejito, espejito...

Las pavadas ingeniosas, cuando son expresadas por voces célebres, suelen contar con la adhesión de esa mayoría que parece tener plumas verdes en el cerebro. No me lo banco, quiero estar afuera de ese circo. Prefiero abstenerme de decir o repetir berretadas que apuntan a convencer desde la forma.. porque no tienen contenido. Para eso trato de no decir nada que no se refiera a mí mismo (trato de no decir nada de nada, porque no creo que haya algo de la propia piel hacia fuera que valga la pena de ser dicho). A veces no puedo evitarlo y escribo pelotudeces para la turba, pero estoy bastante a salvo: mi blog no lo visita nadie.
Alguien (no se quién) dijo alguna vez que el rostro es un reflejo del alma.. Yo no sé qué carajo es el alma, pero razonablemente sospecho que el tipo se refería al mood, o a una sumatoria de factores ocultos que definen el estado interior (única analogía sensata que daría sentido a la apreciación, aunque a costa de la pretendida originalidad). Como sea, si es verdad que la cara es una imagen virtual del alma y revela su estado, mi alma debe estar muy mal, hecha una verdadera porquería, un trapo sucio volátil..
Con el tiempo vamos aprendiendo a no ser del todo objetivos al evaluar la imagen que nos devuelve el espejo. Es así, y está bien que así sea. Supongo que se trata de un natural mecanismo de defensa espontánea no consciente, que nos protege del colapso del ego y el subsiguiente estallido cerebral autoinducido.. Yo, sin embargo, decidí prescindir de esos paliativos (que me caen como una limosna), elegí excluirme de la parodia que muchos montan en torno a la propia imagen para falsearla y mejorarla, opté por rechazar las píldoras doradas. Me niego a ir detrás de lastimosos engaños. No trato de verme como no soy, enmarcándome en una virtualidad lamentable. Me cago en las truchas estrategias de autodefensa: que se vengan los años, que aparezcan las arrugas y las canas, que crezca la panza y se ablanden los músculos, que se alteren las formas y los ojos pierdan agudeza, que el amigo cada vez lo sea menos.. a mí no me afecta (o sí, pero en todo caso, no habiendo absolutamente nada que hacer al respecto..).
Los optimistas de siempre dirán que hay maneras de mantenerse o mejorarse, demorando los estragos del tiempo en el cuerpo. Ja, ja, ja, boludeces, puras boludeces. No estoy dispuesto a auto flagelarme con ridículas prácticas gimnásticas y/o cosméticas sólo para verme un poco mejor (¿cuánto es un poco, un diez por ciento?, no, ni en pedo: no me anoto).
Veo en el espejo lo que realmente muestra, lo que hay, lo que queda, y lo acepto tal cual es con sombría resignación. Masticando esa indigerible mezcla de bronca e impotencia, pero resignado al fin: no me verán arrodillado, ni tratando de evitar lo inevitable. Lo último que quisiera es la autocompasión.
Estoy bastante estropeado. Sé que podría ser peor, sé que muchos a mi edad están más arruinados y parecen más viejos, pero eso no significa que yo sea una maravilla. Ni ahí. Cargo medio siglo en mi espalda, y lo siento. La imagen.. es algo efímero. Efímero y subjetivo. No me importa lo que los demás opinen sobre lo que ven: me importa lo que yo veo. Y lo que veo en el espejo deja bastante que desear. Si los seres humanos tuviéramos fecha de vencimiento, yo ya estaría para la góndola de las ofertas.
Esta condición de la naturaleza que inexorablemente nos hace envejecer, convirtiéndonos progresivamente en una porquería que si no tiene la suerte de pasar a barajas en tiempo y forma corre el riesgo de terminar babeándose en una silla de ruedas (etc.), no es lo único deplorable de la vida: hay más, mucho más..
¡Qué falta de respeto, qué desconsideración! ¡¿Por qué me tiraron acá sin explicarme nada, sin siquiera preguntarme si me quería quedar?!

guS

jueves, 17 de abril de 2008

Honor o muerte

Por Juan Gelman

El 5 de junio se cumplirán tres años del suicidio en Irak del coronel norteamericano Ted Westhusing. Lo habían ascendido pocas semanas antes y le faltaban cinco para terminar su misión en el país ocupado. Lo encontraron en su trailer con el orificio de un tiro detrás de la oreja izquierda disparado por su Beretta 9 milímetros de servicio. En realidad, no se mató él: lo mató su sentido del honor militar.
No pocos veteranos de Irak y Afganistán se han suicidado –687 al 30 de marzo de 2007 (The Independent, 1-4-07)– sea en pleno servicio, sea al volver a casa, por razones que un grupo de psicólogos de las fuerzas ocupantes sigue investigando. Las que llevaron a la muerte de propia mano al coronel Westhusing –el de mayor grado hasta el momento– parecen claras, al menos la principal: su descubrimiento de la carencia de valores militares en los que creía profundamente. Era profesor de filosofía y de inglés en West Point, se había licenciado en estrategia militar y en filosofía rusa, publicaba trabajos acerca de su tema central, la ética militar. Su tesis de doctorado en Filosofía de la Universidad de Emory, Atlanta, se tituló “La virtud competitiva y cooperativa en el ethos bélico estadounidense”, un texto que exige del “guerrero que consagre todo su ser a la defensa de la Constitución de EE.UU., a la que ha jurado lealtad” (Texas Observer, 9-3-07), de lo cual era un practicante verdadero.
A fines del 2004, convencido de que el cumplimiento de sus ideales le demandaba acudir a la guerra inventada por W. Bush, abandonó la seguridad de la cátedra para ofrecerse como voluntario en Irak. Fue destinado al comando multinacional de seguridad bajo las órdenes directas de los generales Joseph Fil y David Petraeus, el mismo que, hoy comandante en jefe de las tropas ocupantes, compareció la semana pasada ante el US Senate para demandar que se eternice la ocupación de Irak. Asignaron a Westhusing la tarea de supervisar el trabajo de USIS (US Investigation Services), una empresa privada que el Pentágono contrató para entrenar a tropas del “gobierno” iraquí en operaciones antiterroristas especiales. Entonces se vio cercado por las contradicciones entre el filósofo que se hace preguntas y el soldado que debe obediencia.
El contrato de USIS por valor de 77 millones de dólares obliga a la firma a proporcionar instructores en materia de seguridad y su único gasto es el pago del salario de los 15 mercenarios israelíes que envió a Irak, unos 7500 dólares mensuales por cabeza. Westhusing comprobó que algunos de ellos no cumplían su labor, que USIS robaba al gobierno y que ese personal asesinaba a su antojo a civiles iraquíes. Elevó a sus superiores un detallado informe sobre la corrupción imperante y la respuesta fue un silencio que lo llevó a pensar que la situación también beneficiaba a sus jefes. Así comenzó a descender las gradas de la alarma y la desesperación.
“En los e-mails que enviaba a su familia, Westhusing se mostraba particularmente turbado por una conclusión que se le impuso: valores militares tradicionales con el deber, el honor y el país habían sido reemplazados por el afán de lucro en Irak, donde EE.UU. ha llegado a depender excesivamente de los contratistas para tareas que antes realizaban los militares” (The Hufftington Post, 10-4-08). Junto al suicida yacía una carta de cuatro páginas, escrita en letras mayúsculas, que dirigió a Fil y Petraeus. Dice en su párrafo inicial: “No estoy seguro de si puedo confiar en ustedes o no” (www.texasobserver.org, 9-3-07).
La carta no habla a medias: “Gracias por decirme que era un buen día hasta que les informé (sobre USIS). A ustedes sólo les interesa la carrera y no el apoyo a su personal... No puedo ser parte de una misión que entraña la corrupción, el abuso de los derechos humanos y la mentira. Estoy harto, ya no más. No decidí voluntariamente (venir a Irak) para secundar la corrupción, a los contratistas ávidos de dinero, a comandantes sólo interesados en ellos mismos. Vine para servir honorablemente y me siento deshonrado... ¿Para qué servir cuando no se puede cumplir la misión, cuando ya no se cree en la causa, cuando cada esfuerzo que uno hace choca con mentiras, la falta de respaldo y el egoísmo? Ya no más. Mírense a sí mismos, comandantes. Ustedes no son lo que piensan que son y yo lo sé” (www.alternet.org, 10-4-08). Lo supo y entró en una profunda depresión. La semana anterior al suicidio se lo vio desanimado, ausente de lo que sucedía y a menudo mirando fijamente su Beretta 9 milímetros. El católico Westhusing, soldado y filósofo, sólo encontró esa manera de terminar con el pisoteo manifiesto de su fe en el honor militar. Hay desilusiones que matan.

artículo aparecido en Página/12 el 17/04/08
aporte de Dill

martes, 15 de abril de 2008

FRASE

Dijo Noam Chomsky:
"Los medios de comunicación son a la democracia lo que la cachiporra a las dictaduras".
aporte de Dill

viernes, 4 de abril de 2008

Desasnándonos

Aporte de Gus

Pagando, cualquiera baja cualquier cosa. Pero sin pagar también se puede conseguir casi todo (el casi representa un mínimo margen de figuritas difíciles, que siempre las hay, y que en mi experiencia no supera el 0,5%).
Hay varias maneras de buscar descargas gratis en la web, y varias maneras de bajar lo que sea. A mí particularmente me interesan la música y, eventualmente, los videos (clips y películas). Pero de la misma manera se pueden buscar (y encontrar) otro tipo de archivos.
No voy a entrar en un terreno teórico innecesario, no me parece importante ni quiero aburrir con tecnicismos inútiles, no soy Wikipedia ni la Encarta: apenas me propongo compartir algunas experiencias transformándolas en información y recomendaciones útiles para mis amigos. Para ello, simplemente voy a hablar un poco de los métodos de búsqueda y descarga que conozco y usé.
Para bajar un disco a tu máquina, lo primero es encontrarlo, y caprichosamente dejaré ese punto para el final.

En general, las descargas a través de redes P2P (peer-to-peer, o intercambio de archivos “entre pares”), no me satisfacen. Pero a veces, si no queda otra (cuando no se encuentra lo que se busca para la descarga directa desde un servidor único), programas como Ares, eMule o los clientes bitorrent, pueden resultar útiles. Lo único bueno de estos es que se puede interrumpir una descarga y reanudarla después sin perder nada. Pero las descargas son terriblemente lentas (hay que “hacer cola”, y con frecuencia se taran por horas y horas), debido a que lo que está bajando es un poco de acá, otro poco de allá y otro de más allá, un picoteo de pedazos que uno nunca sabe si terminarán siendo el archivo íntegro cuando Dios quiera que se complete la cosa.
ARES: Si no fuera porque mi hija lo usa, no lo tendría instalado en mi máquina. Pero como lo tengo, a veces lo uso para lo único que sirve: descargar temas, canciones “sueltas”, o algún videíto (si es largo hay que tener muuucha paciencia). Discos completos es casi imposible encontrar. Una cagada. A favor sólo puedo destacar la interesante alternativa Abrir/Vista Previa, que permite previsualizar (o pre escuchar) un archivo mientras está bajando, sin necesidad de que se haya completado la descarga.
eMule: En cuanto a velocidad de descarga, es la misma mierda que el Ares; pero con la mula se encuentran muchas cosas, hay mucho material en mp3, discos y discografías completas. Yo encontré unos cuantos discos que me había cansado de buscar por otros lados. No tiene la opción de previsualizar.
BitTorrent: El mecanismo es similar al de otras redes P2P, pero hay algunas diferencias que lo hacen mejor, más rápido (tómese con pinzas). Es necesario tener un programa cliente para la descarga, pero la búsqueda no se hace directamente desde ese programa, sino en sitios de los que hay que descargar primero un pequeñísimo archivo con extensión .torrent, el cual después se abre con el cliente para iniciar la descarga.
Las mejores fuentes de búsqueda de torrents para encontrar música (o lo que se te ocurra) son:

http://isohunt.com
http://www.mininova.org/

De los varios clientes que probé, los mejores son uTorrent y BitComet. Yo prefiero el uTorrent, que no se instala, simplemente se guarda donde uno quiera (por ejemplo en C:\Archivos de programa), y se ejecuta (poner un acceso directo en algún lugar cómodo, como el escritorio). Descargar de acá:
http://www.utorrent.com/download.php

Primero bajá el programa, y después el pack de idiomas (que se guarda en la misma carpeta que el ejecutable, y se aplica sólo, cosa ‘e Mandinga).
No hay mucho más para decir de estos programas para descargas P2P. Yo los uso poco, por necesidad, y casi como están configurados por defecto al instalarlos, con apenas unos pocos cambios. Si a alguien le interesa, se pueden encontrar tutoriales en la web (pero no pretendan que se los busque yo: a mí no me interesan).

La descarga directa es otra historia, muy diferente. A diferencia de las P2P, no se descargan archivos de las máquinas de otros usuarios de una red, sino de un servidor único, fijo, en el que está alojado completo el archivo en cuestión, y la velocidad de transferencia depende del ancho de banda de subida del emisor y del ancho de banda de bajada del receptor (dicho en criollo: es abismalmente más rápido).
Para este tipo de descarga no es necesario tener ningún programa: basta con el navegador (usen Firefox carajo, que es más eficiente, no se dejen espiar por Microsoft a través del Explorer, que además es una bosta).
Entre las empresas que ofrecen el servicio de almacenamiento de archivos (file hosting) se encuentran Rapidshare, Megaupload, Badongo, zSHARE, GigaSize, FileFactory, DepositFiles, etc. Todas ofrecen un servicio Premium (obviamente pago, que por mí se lo pueden meter en el culo), y otro Free (gratarola). El problema con el servicio Free es que estos hijos de puta pretenden limitar el número de descargas de un mismo usuario, imponiendo un castigo o multa (tiempo de veda) tras una descarga completada. Por un archivo del tamaño de un disco término medio, te pueden bloquear por un par de horas… ¡qué inmoralidad! Pero no desesperen, que hecha la ley hecha la trampa: estos cochinos retardados sólo te pueden impedir el acceso free si te identifican… por el número de dirección IP (no importa qué carajo es). Pero los usuarios de Arnet, Speedy y cualquier proveedor de Internet que asigne una dirección IP dinámica, nos podemos otrar simplemente reseteando el modem: basta con desconectarnos de Internet y volver a conectarnos al toque para estar camuflados, con una dirección IP nueva (los que tiene servidores que asignan una dirección IP fija, cagaron: no hay otra manera de burlar a estos señores, sólo les queda esperar).
Los archivos que uno va a bajar de cualquiera de estos depósitos, están ahí porque alguien los subió y después publicó el link de descarga (subir un archivo es fácil, y también existe la opción free, pero ese es otro tema, acá estamos abocados a las bajadas, no a las subidas: si alguien quiere saber cómo subir… que pele el plástico, mi número de cuenta bancaria es…).
A veces (muchas veces), se encuentran dos o más links de descarga para un disco o video. Esto se debe a que… no importa a qué se debe: hay dos o más y punto, y una vez descargados todos, se ve qué carajo se hace. Si el que comprimió el archivo hizo que WinRar lo cortara en partes, es necesario tener todas esas partes en una misma carpeta, y bastará con descomprimir la primera para que aparezca completo lo que se descargó. Pero también puede pasar que haya que descomprimir cada parte individualmente (no pregunten por qué: ni yo tengo ganas de explicarlo ni ustedes de escucharlo).
Ahora la pregunta del millón: ¿cómo buscar, dónde encontrar? Los sitios más indicados para encontrar descargas directas son los blogs y los foros. Y la manera más simple de ir a parar al blog o al foro indicado es… (¿lo digo o no lo digo?) …es… (hmmm… ¿revelo mi gran secreto o dejo que se hagan de abajo, que cada uno se ilumine sólo, como me iluminé yo?) …es escribir Rapidshare (o blog) después del texto que contenga los datos de lo que se busca. Yo lo descubrí una noche que se me cantó el orto bajar una figurita ultra difícil, “Crisálida” de Espíritu. No lo encontraba por ningún lado, y de repente se hizo la luz en mi altillo: “¿y si escribo Espíritu Crisálida Rapidshare en el campo de búsqueda de Google?" Probé, y al toque pintó un blog (creo que brazuca) en el que estaba posteado el disco. “Así que esa era…”, me dije, y empecé a encontrar de todo. Pero el disco buscado suele ser apenas la frutilla de una torta impensada: generalmente uno lo encuentra en un blog (o un foro) que te sorprende por todo lo que contiene.
A veces el link de descarga aparece muy visible, otras no tanto. Ahí hay que pelar un poco de imaginación y paciencia. En algunos blogs, el link está en los comentarios. En otros no está, y sólo quedar putear y volver al Google para buscar de nuevo. Pero a la descarga directa no hay con qué darle…

Y esto es todo por hoy. Si alguien quiere saber algo más, que pregunte a través de Comentarios. Si te parece que algo en esto no está claro... hacéte tratar.


martes, 1 de abril de 2008

CÓMO HACER UNA CRÍTICA MUSICAL

aporte de Dill
A pesar de no estar de acuerdo en todo (soy un fanático de Pat Metheny y no me parece que tenga discos malos ni que sea tan fácil de escuchar para todo el mundo), no puedo dejar de sacarme el sombrero ante el maestro crítico Don Diego Fischerman que escribió esta nota en el suplemento Radar del diario Página/12 del domingo 30 de marzo. Ahí va:

Esto es América

Por Diego Fischerman
Pat Metheny es el músico de jazz más conocido de las últimas décadas. Pero también el más discutido: fue él quien desafió los cánones clásicos introduciendo elementos folklóricos, melodías acusadas de blandas y sociedades musicales poco ortodoxas. Sin embargo, cada uno de sus discos buenos (también están los otros) termina demostrando que tiene razón. Y Day Trip, grabado junto a Christian McBride y Antonio Sánchez, el mejor trío posible de la actualidad, no es la excepción.
Pat Metheny es un blanco fácil. En una época en que el feísmo se ha convertido en sinónimo de pathos y en que la desprolijidad es signo de altura artística, bastan, para la descalificación, la buena técnica, el cuidado de una producción, la búsqueda del equilibrio en un disco o la belleza de su presentación. Metheny reúne en sus buenos discos –también los hay muy malos– cada una de esas características en un grado superlativo. Y, para peor, ostenta otras dos particularidades casi tan malas como ésas: es un melodista y suele rondar elementos estilísticos del folklore norteamericano. Es, en definitiva, un músico blando, apto para la musicalización de documentales sobre la naturaleza o, incluso, de ascensores y bares para jóvenes enriquecidos de vidas tranquilas o psicobolches cacharelizados. Esa es la apariencia –de la cual, es cierto–- pocos pasan. La verdad es otra.
Day Trip, recién publicado localmente, casi al mismo tiempo que en Estados Unidos aunque a un precio notablemente menor, es su primer disco de estudio con el notable trío con el que se viene presentando en vivo, junto al contrabajista Christian McBride y el baterista Antonio Sánchez. Es, desde ya, impecable. Pero, además, es excelente. La interacción entre los tres, los comentarios del contrabajo o la batería a las frases del guitarrista y la manera en que éste toma y reelabora las ideas aportadas por sus compañeros, son para el asombro. Hay exhibición de virtuosismo, es cierto, pero eso, en el jazz, siempre fue un elemento del propio discurso. De lo que se trata es de improvisar al filo de las posibilidades, una especie de equivalente musical de la vida peligrosa, y lo que sucede, simplemente, es que después de por lo menos cincuenta años de canonización, de escuelas de música ultraespecializadas como la Berklee de Boston –donde, de paso, estudió Metheny, y en la que, a partir de ello, uno de sus profesores, Gary Burton, lo incluyó en su grupo–, los límites se han corrido. El límite de las posibilidades, cuando cualquier estudiante puede tocar un solo de Charlie Parker más rápido y con mayor perfección que en el original, es, necesariamente otro. Están, desde ya, quienes construyeron meticulosamente su manera de decir cada vez más con menos elementos (Monk, por ejemplo). Pero también están los otros y no son más ajenos al género que los primeros.
Uno de los mitos del jazz atribuye a los negros una visceralidad ausente en el estilo de los blancos. La vulgata, crecida en escuchas apresuradas y poco atentas, llevó a una rápida identificación de –nuevamente– la desprolijidad con la urgencia expresiva y, obviamente, de lo contrario: la minuciosidad con la falta de trascendencia. Abundan, en el jazz, los negros minuciosos –John Lewis, por ejemplo, que, además, era inmensamente ascético– y los blancos desmañados (que la impericia de Chet Baker se manifestara con un sonido suave no la hace menos ruda). Poco tiene que ver el color con la expresividad. Y poco tiene que ver, también, el cuidado de la forma con la falta de calidad del contenido. La música de Metheny acarrea una paradoja que, en muchos aspectos, va en sentido absolutamente contrario a lo habitual. Debe haber pocas músicas cuya escucha resulte tan fácil (por lo menos en una primera aproximación). Y, no obstante, es, tal vez, una de las músicas más complejas en circulación, dentro de las que provienen de tradiciones populares. Nacido en Missouri, Metheny fue partenaire de Ornette Coleman, Jim Hall, Herbie Hancock, Charlie Haden, Roy Haynes y Dewey Redman, entre otros próceres del jazz. También fue compañero del bajista Jaco Pastorius en su primer trío y como parte del grupo de Joni Mitchell. Tocó con Milton Nascimento y con David Bowie (en la fantástica “This is not America”, compuesta para el film The Falcon and the Snowman de John Schlesinger). Goza del raro privilegio de que Steve Reich haya escrito para él, y de que Luciano Berio, en una inusual mirada sobre el jazz y alrededores, lo señalara, a mediados de los ’80, como “el músico más importante del momento”. Sus aportes, aun si se consideran algunos discos con su grupo como francamente menores, son innegables. En 1980 crispó al mundo del jazz con el americanísimo American Garage y la revista Down Beat publicó cartas de lectores, en contra y en encendida defensa, durante casi un año a partir de su edición. Incorporó al universo del jazz un cierto brasilerismo en el ritmo, un melodismo proveniente del pop, una manera de huir de las escalas estandarizadas y de improvisar angularmente, un concepto de ajuste grupal derivado del mejor rock y cierta funcionalidad de la guitarra rítmica venida desde los Apalaches. El garage americano de Metheny jugaba con mucho del moderno folklore norteamericano, incluyendo la música siempre un poco anónima de las radios FM y el jazz impersonal que la televisión y cierto cine industrial suelen usar como ambientación estandarizada. Los materiales incluían un cúmulo de fuentes poco prestigiosas para el aristocrático jazz neoyorquino. Eventualmente, allí cabían todas las músicas reales del imaginario estadounidense y no sólo las aprobadas por la academia (una academia distinta de la clásica, pero academia al fin). El camino de Metheny es tan complejo y múltiple como su propia música. Si por un lado ha derribado varias de las fronteras edificadas entre el jazz y otros géneros, por el otro es el músico de su generación –cumplirá 53 años en agosto– más respetado por sus maestros y predecesores y, tal vez, si se tienen en cuenta los proyectos en los que ha incluido a muchos de ellos, quien más los respeta. Es, también, uno de los que más ha tocado con contemporáneos, empezando por sus colegas guitarristas –Scofield, Frisell– y llegando a la última nueva estrella del piano, el intelectual Brad Mehldau, con quien toca en dúo y en cuarteto. Sus tríos siempre tuvieron que ver con el lado más improvisado –y, sí, salvaje– de la cosa. Con Pastorius y Moses, con Haden y Higgins –la versión más Ornetteana del formato–, con Holland y Haynes o, más recientemente, con Grenadier y Stewart, es donde siempre tuvo un mayor lugar el lucimiento individual. La nueva fórmula –con un McBride de afinación, fraseo e imaginación paralizantes, y un Sánchez de precisión pasmosa– es, tal vez, la mejor expresión posible de ese concepto. Quienes no gustan del sonido de la guitarra sintetizada que Metheny se empeña en utilizar siempre un poco, deberán pasarlo por alto para disfrutar el semi-reggae “Calvin’s Keys”. Y si la bella balada “Is this America (Katrina 2005)” parece tener poco que ver con el drama invocado en el título, habrá que conformarse con el hecho nada menor de que se trata, precisamente, de una bella balada. Day Trip es, en todo caso, nada más que un soberbio disco de uno de los mejores tríos que puedan imaginarse en este momento.