..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

lunes, 23 de julio de 2007

"...y que ese hecho no nos conmueva más allá del segundo en el que lo leemos..."

Por Gus

"...y que ese hecho no nos conmueva más allá del segundo en el que lo leemos..." dice Dill en el párrafo final de "La Libertad". Que algo espantoso, abominable, espeluznante, atroz, propio de la más afiebrada ficción pero tan real en este circo humano como la sombra de un árbol o la lluvia, no nos conmueva más allá del segundo en que lo leemos me parece atroz, espeluznante, abominable, espantoso.
En la argentina hubo “chupaderos”, campos de concentración, centros de detención clandestina donde se torturó y asesinó indiscriminadamente a quienes pensaban (o parecían pensar) diferente de lo que las Fuerzas Armadas enquistadas en el Poder pretendían como modelo ideológico. Espantoso. Hoy todos sabemos que eso pasó, y que ya no pasa en la Argentina (al menos masiva y sistemáticamente…). Pero la Argentina es apenas un pedacito del mapa del mundo (no esperen de mí que diga “mapamundi”, no señor, no, no y no), y en el mundo, este mundo al que frecuentemente estoy tentado de referirme como “sitio inmundo”, sí pasa, sí se tortura y se mata a seres humanos como a perros. Abominable. No hace falta leer una noticia puntual para saber (suponer y saber) que en este momento, en este puto preciso momento, miles de seres humanos están siendo torturados y asesinados en distintos lugares del mundo. Espeluznante. Y también pasan algunas otras cosas: seres humanos de todas las edades agonizan y mueren de hambre, de guerra, de injusticia, de ideología… Atroz. "...y que ese hecho no nos conmueva más allá del segundo en el que lo leemos..." Yo ya crucé una línea invisible, estoy del otro lado, y aun a costa de mi propia tranquilidad, hasta de mi salud mental, me resisto a semejante liviandad: ya no puedo (ni quiero) evitar que toda esa mierda me salpique por mucho más que esos segundos de consciencia inducida por revelaciones nuevediarias de la realidad…
Sin embargo, al mismo tiempo, se que este sufrimiento propio, solidario con el sufrimiento de aquellos que padecen en carne propia las atrocidades más inverosímiles, es al pedo. Todo es al pedo si no sirve para cambiar algo, para evitar algo, para promover algo. Y esos “algo”, lamentablemente, parecen ser síntomas de pestes naturales, propias de la naturaleza humana…

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