..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

viernes, 27 de julio de 2007

Hermano Perro

Por Dill

De manera súbita me doy cuenta de que un pensamiento afincado en mi cosmovisón desde hace mucho tiempo, ha cambiado, cosa que no suele suceder. En efecto: suelo mantener mis ideas acerca del mundo sólo con pequeñas correcciónes a lo largo del tiempo: mis principios, de hecho, no han variado en demasía desde que era un adolescente (cosa buena a mi modo de ver y puede que cosa abominable bajo la mirada de otro). Durante mucho tiempo tuve la convicción de que ser un "muchacho del tablón" era el mejor estado de vida. Con eso quería decir que la gente que pensaba menos, que se involucraba con los hechos cotidianos sin detenerse en analizarlos, que no frecuentaba los por qués que van más allá de un ¿por qué perdió River?, que no solìa analizar demasiado sus condiciones de vida, que se limitaba a vivir, en definitiva, sin cuestionamientos, ese tipo de gente era la más apta para habitar este mundo. Ésto no ha cambiado. Lo que se ha modificado es que antes yo creía que me hubiera gustado ser "un muchacho del tablón" y ahora ya no. Quiero aclarar que no me siento mejor ni peor que nadie. Simplemente diferente. Digo que prefiero tener conciencia de la falta de libertad, del estado de esclavitud en que vive el hombre, de la alienación que sobrevuela y acaba por posarse y envolver a las mayoría de la gente. Que prefiero saber que soy un semi esclavo a creerme un hombre libre. Y, de golpe, he descubierto por qué ya no quiero ser uno del tablón, uno que va los domingos a la cancha y se apasiona por su equipo y espera los domingos como si fuera el acceso al Nirvana y que luego vuelve a su vida, al trabajo sin pensar en por qué debe trabajar, levantarse temprano, ser tratado como ganado, recibir un sueldo de mierda para llevar una vida materialmente pobre, espiritualmente más condicionada, depositando sus deseos en la televisión, y pensando que el domingo somos locales y aguante River, carajo. Sin pensar, tampoco en la muerte. Sin casi pensar. Y me di cuenta que prefiero ser todo lo contrario, o sea vivir con angustia la falta de libertad pero por sobre todo: prefiero TENER COINCIENCIA de esa falta de libertad porque de esa manera, aunque sea una utopía, existe la posibilidad de pensar en la liberación. Es algo obvio: si uno no se da cuenta de que es un esclavo jamás intentará romper la cadena que no ve. Respirar es gratis. La esperanza, por ahora, también.
Dill

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