Treinta y cuatro años carajo, una eternidad, usted no era Don Julio ni mi compadre, ni siquiera Dill, era un tal Guillermo y yo aparecí con mi ridículo prendedor de Hendrix en el blazer y el gordo Collarini y vaya a saber quiénes más por detrás una mañana de marzo que no me dejaron entrar al Pueyrredón hasta que se corte el pelo y venga con corbata milicos de mierda, entramos a su colegio como un comando subversivo para ver a Hector y las autoridades nos sacaron cagando, que qué se creen estos locos peludos, entrar así en horas de clases, señores retirensé o llamamos a la police debe haber dicho Susana con Calderón desorbitado detrás, y yo a usted y a su amigo Guidoemilioferrari que tampoco era Guy aún no los conocía, pero igual se acuerdan porque el flaco alto con cara de patologías varias poco después sería el guitarrista de la banda, con Héctor también ahí, cantando a veces memorables armonías junto a the other beautyful voice Guidino on bass & usté con los palos que años después no se habría de meter en el culo sólo por cuestiones de incompatibilidad sexual, pero le diré que de cualquier manera eran objetos mucho más apetecibles para eso que una guitarra o un bajo, que quiere que le diga, si yo hubiese sido batero qué mal te veo Federico, tan mal como cuando a Guy y a mí se nos dio por hacer porquerías con la misma mujer dios santo de los cielos demonio de los infiernos que angosta era aquella cornisa diga usté que éramos como hermanos y el tiempo cura de espantos a todos menos a Héctor que se volvió una planta y no precisamente de cannabis ni alegría del hogar que no es ni siquiera hogar porque no basta una madre y a veces hasta sobra perdóneme Olga que ya se que usted no es una criminal pero el crimen está cometido y no veo a nadie más por ahí que usted y la víctima y yo también fui víctima por lo que de esto entiendo bastante más de lo que entendía cuando aquel parque mágico y misterioso nos cobijaba en sus tardes del génesis de todo con Gabrieladelcanguritoazul y Miriam sumadas a la fiesta sin globos que a todos confundió bastante porque años después no se sabía qué había pasado y qué no, pero que aquello fue milagroso nadie lo duda y después como la vida sigue siguió nomás sin rumbo pero con cauce pedregoso hasta el momento de descubrir que ya nada nuevo habría para descubrir y recordar aquellas lágrimas compartidas escuchando a Genesis en su cuarto de Gavignaaloeste como dos tarados, porque sepa que aunque usted no se acuerde yo sí, yo me acuerdo de todo porque soy un enfermo y me importa muy poco, como me importa muy poco saber que en algunos persisten ecos y en otros no, la vida es así y yo ni siquiera se así cómo o así qué, exiliado en el lejano norte desde que me harté de tener madre y padre y comida segura a la hora de comer ni un minuto antes ni un minuto después porque si no el aderezo era unas caras de culo que cortaban la digestión, y ahora acá arriba vuelvo a no saber qué oscuros designios operaron en esto para que esté como estoy podrido de tanta malaria que parece interminable escuchando a mi compadre y a mi hermano Guidino llorar desde el otro extremo de la distancia por dolores tan parecidos que me hacen sospechar que no arreglé nada escapando de aquellos lugares en los que hoy podría encontrar algunos remedios absurdos del laboratorio de la nostalgia que no curan nada pero distraen y a mí me sirve como me sirvió siempre… carajo.
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