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viernes, 31 de julio de 2009

symns

Entrevista a Enrique Symns
"EL ROCK SE CHABONIZÓ"


Nos dirigimos al hotel donde se alojó en Rosario, donde nos preguntó si podíamos ir a un bar cercano (no precisamente para comer) e inmediatamente nos contó que no pisaba Rosario desde 1989, cuando acompañó a Los Redondos en la presentación de “Bang! Bang! Estás liquidado”. Según Symns, ese día el sonido fue calamitoso y un Indio Solari “no standard” lloró como un niño.

Llegamos a la ochava de Buenos Aires y Rioja, entramos al bar y segundos después el entrevistado criticó el nivel de su primer whisky.
Uno de los primeros temas de conversación tuvo como eje a su historia como presentador de las grandes bandas de rock local, y el corrosivo narrador argumentó: “Mi rol en el escenario siempre dependía de los músicos que me acompañaban. Había bandas en que era muy desagradable subir al escenario, por ejemplo Los Piojos, por la mala onda que había entre ellos. Ciro es un pelotudo (sic), ensayaba frente al espejo como si fuera Jim Morrison, es un empleado bancario. Pero tengo que reconocer que sabe hacer lo suyo, descubre qué es lo que le va a romper el orto al alma del pueblo. Pero con Bersuit era muy apasionante subir, por la mística interior que tenían”.
Symns, de 60 años de edad, se presentó el viernes 21 en el teatro El Rayo, con un monólogo que sirvió como excusa de presentación de su autobiografía, titulada “El señor de los venenos”.
En cuanto a sus intervenciones como monologuista de Los Redondos, recordó que “el peor recital fue en Azul, provincia de Buenos Aires, cuando comenzó había siete espectadores. Todos los de la banda habíamos tomado ácidos, el Indio no vino a cantar y Willy Crook no tocó el saxo. Sólo Skay y yo subimos al escenario”.
El verborrágico periodista mantiene un enfrentamiento personal con el Indio Solari, ya que según él: “Tiene una ambición desmedida, por eso ahora está encerrado en Parque Leloir”. Sin embargo, afirmó que “vino una generación de bandas luego de Los Redondos, que es la del rock chabón, que para mí es infinitamente inferior a ellos, y está formada por La Renga, Los Piojos y Bersuit. Se ‘chabonizó’ todo”.
En su autobiografía se presenta como ex niño callejero, ladronzuelo, preso en Argentina y Brasil, drogadicto multidosis, traficante de drogas en Madrid, ladrón por vocación, y presencia constante en el under argentino. Cultor del blanco o negro (a veces mezclándolos), reptil de mares cristalinos y zanjas anegadas, una máxima suya reza: “En los años ’80, el dinero tenía la entrada prohibida en mi trabajo actoral o musical. Prefería ganarme la vida honradamente vendiendo merca o metiendo mano en ciertos bolsillos, sabiendo que ese dinero también había sido robado”.
A través de su experiencia con las drogas y su encuentro con un grupo de “extraterrestres”, descubrió su oficio de monologuista: “ En las décadas del ’60 y ’70, el uso de drogas (experiencia lisérgica y mescalínica) te llevaba a buscar dioses, y detrás de estos uno encuentra las religiones y las sectas. Yo participé en varias de ellas y formé parte de una escuela, una especie de budismo zen, donde me adiestraron tres ‘extraterrestres’ durante meses. Se trabajaba con el acertijo verbal, el acertijo mental y la velocidad para escapar de la sinapsis mental, que es algo que habla dentro tuyo y te mantiene atrapado en el sufrimiento. Mi oficio de monologuista comienza en Madrid, donde trabajaba en la calle junto a mis maestros zen. Tenía que producir efectos en la gente, por ejemplo miedo, dolor, risa”.
“Tuve un romance con un matrimonio (sic). En la década del ’80 y ’90 estaban de moda los swingers, el problema es que las reglas las ponían los hombres, no se podía estar a solas con la presa. Ahora sigue existiendo este tipo de relación, pero es más careta.
Freud dice que el encuentro entre el hombre y la mujer es imposible, porque el macho busca a su madre en la hembra, y la mujer busca en el hombre a dios, refiriéndose al misterio. Las gruppies son la demostración de esa búsqueda, una chica preciosa puede acostarse con el gordo Lanata, que es un cerdo. El Indio Solari nunca tuvo amores de escenario, pero yo me presentaba como Patricio Rey en los prostíbulos, y la gente pensaba que el personaje existía. Las mujeres sienten admiración por la magia de la palabra y el canto, en cambio el hombre es un gusano que le gusta el culo (sic)”, espetó un nostálgico Symns.

“Borges era escalofriante, al lado suyo te sentías un idiota, un enano marsupial”. Así lo define el oriundo de Lanús, que ilustró al escritor con una anécdota: “Un día él estaba por cruzar la avenida Santa Fe, en Buenos Aires, y lo ve Dardo Cabo, un peronista famoso. Este tipo se ofreció para acompañarlo en su recorrido, y luego dejarlo en la mitad de la calle para que lo atropellen. A mitad de camino Cabo le dice que era peronista, y Borges, instantáneamente, le responde que él también era ciego”.
El ex redactor del diario Clarín y creador de la revista “The Clinic” en Chile, despotricó contra el sistema actual del rock local: “Yo nunca tuve el reconocimiento del mundo del rock, a pesar de que fui parte del nacimiento de su historia. Ya no me invitan a los recitales, varias bandas se ‘Santaolallaron’. Santaolalla es la maldición de nuestro rock, es responsable de la ‘canallización’ del género, como afirma Spinetta”.
Aunque haya mermado luego del efecto Cromañón, la violencia que se genera en los recitales sigue vigente, y Symns opinó sobre el tema, fiel a su arma de doble filo: “Recuerdo un recital de Los Redondos en La Plata, donde la policía reprimió con gases y Skay se quedó tocando un solo de Hendrix envuelto en gases. Estuvo fantástico, y nadie grabó esa mierda. Esa fue la semilla, luego asesinaron a Walter Bulacio, y Los Redondos nunca creyeron en el crimen, la justicia tuvo que demostrar que fue un asesinato. Aunque la policía había sido contratada por ellos, no asumieron su culpa”.
Cuando algunos pensaban que Chabán no tenía defensores, llegó Symns: “Chabán fue el único que enfrentó a Grinbank, creó una estructura paralela para que el rock más under y callejero surgiera, y ahora nadie lo quiere reivindicar (sic). Hace poco le dije al pelado de Bersuit que Chabán está muerto. Cromañón fue un tsunami, no nos morimos antes porque Cemento era de cemento. Aparte, los Callejeros eran los reyes de las bengalas.
En un recital de Los redondos tiraron una bengala, y el Indio dijo que a la próxima se iba del escenario. Me parece espantoso que Callejeros quiera seguir tocando, tiene músicos talentosos que deberían separarse y formar otras bandas”.
Promediando el segundo whisky, el Fernando Peña del rock se refirió a la realización de la biografía de Fito Páez: “Me gustó mucho el trabajo y pude ganar plata. Me censuraron cuatro capítulos y nos peleamos, pero Fito es un ser noble y me ayudó económicamente cuando estuve a punto de suicidarme. La Negra Poli o Cordera me hubieran dejado morir. También Charly García, que es un miserable. Cien pesos no te presta ni León Gieco (sic)”.
También se refirió a las manifestaciones culturales de los años ‘80, rememorando que “las movidas de resistencia se daban en lugares como ‘Medio mundo varieté’, ‘Caras más caras’, a través de algunos artistas y en la revista ‘Cerdos y Peces’ (donde fue editor). Había revistas intelectuales como ‘El porteño’ o ‘Satiricón’, pero eran revistas anticuadas. Nosotros le rompimos el orto al formato del periodismo. Inventamos un periodismo de ficción y callejero, por ejemplo para saber qué es la locura entrevistábamos a un loco y no a un puto psiquiatra. Aunque se pueda cuestionar, hacíamos apología de la droga y el delito, y cuestionábamos los formatos del erotismo y el amor”.
En cuanto al surgimiento de propuestas culturales desestructurantes, este brujo incrédulo de toda creencia opinó que “ahora un pibe compró los derechos de la revista española 'Cáñamo', que va a ser una publicación sobre drogas en un país anti-droga como el nuestro. Pero no veo publicaciones de resistencia. Los formatos están envejecidos, es muy difícil ver a los jóvenes (sic), no se ve la presencia de artistas y activistas. Todas las movidas terminan en Argentinelli”.
La charla podría haberse extendido mucho más, si no fuera porque el anarquizante Symns tenía que conocer a los músicos que invitaría a la presentación de su libro. Pagó sus whiskies, saludó y se marchó rumbo a las cuevas del delirio.


Guidino

1 comentario:

Gustavo dijo...

eh... Don Julio... mire que Symns nunca fue mi gurú, pero me sigue simpatizando...