Nunca un corte de rutas de los piqueteros ocasionó tanto daño, tantas pérdidas, como este de los productores agropecuarios. Los tipos se dan el lujo de tirar alimentos… Habría sido un gesto de grandeza, y hasta una medida demagógica muy hábil, decir “esto se reparte entre el pueblo, antes de que se pudra, que lo aprovechen los pobres”, pero no le pidamos peras al olmo: su lucha nunca giró en torno a comer o no comer, no saben lo que es el hambre, sólo les importa no resignar privilegios.
Entonces ahora soy yo el que pide mano dura. Pero no sólo para enfrentar este conflicto con los poductores del campo, sino también para cortarles las alas a los grupos empresarios que parecen tener más poder que el gobierno, y para revisar la inmoralidad que representan los sueldos de la clase política en un país devastado (¿por qué un diputado tiene que ganar más que un maestro o un empleado municipal?). Las cosas a medias no sirven, Cristina. Ya tenés el agua hasta el cogote, el pueblo espera que te juegues de una buena vez, que te zambullas del todo, cueste lo que cueste, caiga quien caiga…
Gus
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