..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

jueves, 22 de noviembre de 2007

Patti te quiero...

...ver pudrir en la cárcel, hijo de remil putas, mal parido asesino, torturador de mierda!

Uno de los represores de la dictadura militar que devastó a la Argentina entre 1976 y 1982, Luis Abelardo Patti, está en cana por crímenes de lesa humanidad. A quién corresponda: ¡¡¡GRACIAS, MIL GRACIAS!!!


El tema es: ¿te mandarán a una cárcel común, en la que seas un preso común entre presos comunes (como corresponde), o serás un habitante privilegiado de algún pabellón VIP?

No estoy de acuerdo con la pena de muerte, no creo en ese tipo de castigos ejemplares ordenados por un organismo de justicia, ni creo que la Ley deba estar para castigar, sino más bien para preservar la seguridad de eventuales futuras víctimas de los delincuentes. Pero en el caso puntual de los represores de la última dictadura militar argentina (y de los represores en general, militares, policías, paramilitares y parapoliciales, amparados en la impunidad del poder supremo cuando su accionar es abalado por los gobiernos), yo haría, o pediría que se hiciera, una excepción a la legislación penal vigente, que no incluye la tortura ni la pena de muerte como sentencias posibles. Creo que en casos como el de Patti, Astiz, Videla y tantos otros genocidas sueltos o cumpliendo payasescas prisiones domiciliarias (!!!¿¿¿???!!!), la única condena posible, si se pretende hacer justicia, sería la de tortura seguida de muerte. La ley del talión y a la mierda, ¿por qué no? ¿Hay algo más justo que padecer lo mismo que se hizo padecer? (me refiero específicamente al caso de los represores de la dictadura militar, no me saquen de contexto, que no estoy pidiendo la muerte de un pobre infeliz enfermo o de delincuentes comunes). Para esas bestias inmundas, yo quisiera unos meses de chupadero, con picana, submarino, mutilaciones y todas las gracias que ellos mismos utilizaron con las víctimas del terrorismo de Estado, y después al paredón, de una... Así, sólo así, se podría terminar la lectura de un fallo con la famosa fracesita "...será justicia..."
Gus
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VIERNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2007

¿Qué hacemos con Patti?

Ayer, después de publicar acá mi opinión y mi propuesta sobre cómo debiera terminar el caso Patti, recibí un mail de un amigo, que dice:
<< Hay una parte de mí que está totalmente de acuerdo con lo que decís. Pero hay otra, la que prevalece, que no. Simplemente para demostrarles a estos soretes que "los del otro palo" no son iguales a ellos. Nada más que por eso. Por otro lado: que se pudra en una cárcel común luego de un juicio justo. >>
Dill

Mi respuesta fue esta:
<< También hay una parte de mí que está de acuerdo con esa parte tuya que no está de acuerdo con la otra parte mía (la que escribió en el blog). Pero las razones, aunque sustancialmente similares, no son exactamente las mismas. Creo que a mí en realidad me importa un pedo demostrarles algo a esos monstruos, porque a ellos no les importa nada, y se cagan en ese tipo de demostraciones. Es como ponerle cristianamente la otra mejilla a alguien que va a aprovechar para bajarte media dentadura, y después se va a cagar de risa de vos y de tu demostración, "qué pelotudo, ojala me ponga la nariz también". Además, habría una gran (gran) diferencia entre una condena a muerte tras un juicio transparente y justo dentro del marco legal, y el accionar clandestino y rastrero de estos chacales hace treinta años. Hasta se podría convocar a un plebiscito para que la mayoría del pueblo decida que hacer con los Patti. Pero lo que me hace dudar con respecto a la tortura (y no tanto a la pena capital) es el hecho de tener gente encargada de llevarla a cabo: no queremos ese tipo de elementos "haciendo justicia", en este sistema no tienen cabida y no deben existir. Entonces propongo pena de muerte ejecutada de la manera menos violenta posible, digamos una inyección letal. Pero no al toque, sino tras una estadía de por lo menos un año incomunicado en una cárcel común. Supongo que los internosdelincuentes comunes) sabrían qué hacer... >>
Gus

Ahora bien... esto da para una reflexión más profunda y seguramente más trascendente que cualquier propuesta de cómo castigar a Patti. A ver... Digo que las disquisiciones al respecto entre Dill & me revelan claramente algo, y lo manifiestan de una manera irrebatible: los seres humanos no somos (NO SOMOS) todos iguales. Dill y yo no pertenecemos a ese género perverso al que pertenecen Patti y tantos otros de su calaña. Hasta estoy tentado de decir que si Patti es definitivamente un ser humano, yo renuncio a esa condición, quiero ser identificado como otra cosa, no quiero ser "eso". Porque yo, diga lo que diga desde la ira, no podría torturar con mis propias manos ni siquiera a un bastardo como Patti, que sí pudo torturar (o mandar torturar) a seres totalmente indefensos.
Gus

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