Por Gus
El que diga que nunca experimentó una performance deslucida a la hora de los bifes… es un mentiroso o un afortunado que no pertenece a la gran mayoría, y lo felicito.
No voy a hablar del tamaño del pene, aunque me parezca una arbitraria injusticia la diversidad en ese sentido, sino de la funcionalidad fallida que, en todo caso, no deja de ser consecuencia de un mecanismo natural complejo y retorcido al pedo, uno de los mayores desaciertos de la creación. El órgano sexual masculino presenta dos aspectos básicos claramente definidos según su estado sea de reposo (laxitud) o de batalla (en este punto podría haber dicho “erección” pero... por ahí viene el problema: cuando la mente está en pie de guerra y el amigo debiera estar duro y erguido... no siempre responde dignamente, a veces el ladino tiene la puta maña de no colaborar, ignorando el llamado de los clarines...). Y entonces yo me pregunto... ¿para qué tanta historia, no sería todo más fácil si el pene tuviera un solo y único estado anatómico, si siempre estuviera duro y esbelto, ostentando el tamaño que natura le dio, siendo ese tamaño y esa firmeza los necesarios para una penetración exitosa? Lo que en la práctica real implica toda una historia de alteraciones en cuanto al tamaño y la rigidez (una odisea a veces), dejaría de ser un problema. Y en cuanto al maneje que debe operarse teniendo un miembro mutante... al no serlo todo resultaría más fácil y práctico: la mente determinaría las sensaciones según se esté con onda de cojer o no. Pero en todo caso el amigo sería siempre amigable, siempre útil, siempre dispuesto, y eso nos pondría, de alguna manera, en igualdad de condiciones con las mujeres (que aun sin mood, pueden tener sexo sin depender de los caprichos de órgano alguno). De más está decir que si así fuera la cosa, ellas le darían gracias a Dios...
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