Contar recuerdos es un buen ejercicio para la técnica narrativa: sólo hay que buscar la mejor manera de escribir historias que no es necesario inventar.
La fragilidad de mi memoria me juega a favor: puedo olvidar fácilmente todo lo que no quiero recordar, pero ciertos recuerdos que me dibujan una sonrisa de simpatía dirigida al pasado, siguen estando en mi memoria (tal vez incompletos, y no sé por cuanto tiempo más, pero están). Sería interesante ver qué pasa si elijo reemplazar los detalles olvidados por otros, inventados. La amnesia de los años me devuelve la esperanza de llegar a ser un buen cuentista. Veremos, pensó un ciego (y no dijo nada porque también era mudo, y se quedó esperando una respuesta sin saber qué forma podría tomar para alcanzarlo, porque además era sordo…)Gus
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