No estoy tan loco (o no tengo ese tipo de locura, a los dioses gracias) como para caer en excesos purificadores tales como meterme un lanzallamas en el culo tratando de incendiarme el alma (que según algunas religiones estaría adentro). Tampoco creo en la redención a través de la virtud. No pienso que necesariamente un cambio demande barajar y dar de nuevo. Podar una planta no garantiza que crezca más o mejor o más bella: sólo hace posible otra belleza, diferente (boludeces: como Bukowsky, no veo belleza en una planta... apagada). No tengo el vicio de las mutaciones radicales de la piel hacia afuera sólo para después convencerme como un idiota de que el espejo nunca miente. Creo que los verdaderos cambios pueden ser invisibles de movida. Sin embargo, porque estoy molesto con algo de este blog, que es un espacio descarnadamente mío (aunque lo comparta), hoy desperté con ideas caóticas, y ya estoy preparando el lanzallamas, un tacho de agua enjabonada y una tijera de podar. Que sea... lo que pueda o deba ser.
Gus
Gus
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