..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

lunes, 3 de noviembre de 2008

Historia de guitarras…

…que a nadie interesa, pero esto es mi chiquero y acá hago lo que se me canta: es tan poco lo que puedo fuera de este espacio, que no pienso pedir permisos ni privarme de desatinos en Nebuland, carajo (carajo así nomás, sin ¡!: no tengo fuerza para ser enfático).
El bordó no me gusta en general, pero me desagrada particularmente para autos y guitarras. Sin embargo, seguramente por no haber podido elegir, las dos guitarras eléctricas que tuve en esta vida fueron de ese color, o casi.
La primera fue una Faim Les Paul que me compró mi viejo en el ’73, cuando empecé a tocar. Aunque en aquel entonces había cosas peores (Kuc, Fratti, etc.), la Faim era un palo de bajo nivel, berreta hasta para principiantes. Pero el cuero no daba para más, y entonces fue mejor que nada. Recuerdo que quería una Les Paul (era devoto de la Gibson Les Paul), negra. Pero cuando fui con mi viejo a Daiam no había negra: había una Faim Les Paul color tinto a buen precio, y seguramente la ansiedad me convenció, más vale bordó en mano, iá, que negra el mes que viene.
Aunque esa guitarra me quedó chica muy pronto (dicho esto desde la más absoluta modestia), tuve que padecerla por… ¡diez años! Diez años que podrían haber sido más si no hubiese tomado la drástica decisión de vender la malla de oro del Girard Perregaux heredado de mi abuelo Luis, el yourugua. Fue en el ’83. Poco antes había aparecido en Buenos Aires una marca nueva (Ibanez) que parecía de primera, y como era bastante más accesible que Gibson y Fender… Pero los 30 gramos de oro no alcanzaban para un modelo top, así que decidí comprarme una Ibanez de gama media. La línea Performer era casi Les Paul: apenas unos pocos detalles de la forma y la parte del clavijero la diferenciaban, y la hacían más bella que la Gibson. Había visto una negra con harware plateado que me gustaba, y en Blue’s había una color cherry con metales dorados, muy linda, pero era la versión top del modelo, y costaba mucho más que 30 mogras de oro. Entonces decidí ir a Manny’s en busca de la que estaba a mi alcance, la negra (que por negra me gustaba más). Pero
en Manny's tampoco había negra: sólo había una color cherry muuuy parecida a la de Blue’s que costaba muchísimo menos que en Blue's (¡¿?!). Me acompañaron Dill & Guido, testigos de uno de mis primeros lucky strikes grosos en esta vida. La probé, me gustó, how much?, un millón novecientos cincuenta mil vaya uno a saber qué. Me dijeron que era una PF 150, el modelo más barato de la línea Performer. Así fue que otra vez terminé por el lado del bordó, sin querer: la guitarra era un avión, y la terminación superaba en calidad a las Gibson de esa época. Habría podido seguir buscando en otro lado, pero algo me decía que el color no era una razón que justificara pasar de largo, porque esa era la guitarra… Además de tener una apariencia impresionante, con mejor terminación que la negra, el color cherry oscuro brillante de la pintura dejando traslucir las vetas de la madera, combinado con el dorado de los micrófonos, puentes y clavijero, le daban un toque de belleza especial… Esto pasó hace mucho tiempo, y ahora me doy cuenta de que lo estoy contando para el culo, porque en realidad mientras la probaba ya me había dado cuenta de que algo raro pasaba, y por eso la toqué apenas unos segundos y dije me la llevo. También me compré un pedal (compresor), pero sin probarlo: en ese momento solo quería pagar y salir corriendo, antes de que se avivaran del error. En la factura decía Ibanez PF 150, pero… Salimos de Manny’s, yo con mi nueva guitarra en la mano, y nos mandamos a Blue’s. Estaba loco: entré, puse el estuche sobre el mostrador, lo abrí y le pregunté a Onorato (el hermano de Cacho de Daiam) qué modelo era esa viola. “PF 350”, me respondió. Necesitaba que me lo confirmaran porque no podía creer lo que había pasado. Le pregunté si era el mismo modelo de la que estaba en la vidriera, y me dijo que sí. Le pregunté cuanto costaba, y me dijo que tres millones… y yo no entendía nada: los de Manny’s se habían confundido a mi favor, había tenido un culo difícil de creer.
Muchos años después dije (y lo sostengo) que esa guita hubiera estado mejor invertida si la gastaba en los burdelitos a los que íbamos con el Negro Omar a beber whisky. Aunque no estuviera solo (ya andaba la criatura por ahí), aunque más que putas necesitara darme el gusto de no morirme sin haber tenido una buena guitarra, habría disfrutado más la malla del reloj de mi abuelo en los puteros. Pero eso no viene al caso ahora: estoy hablando de guitarras, y no de mis desengaños de guitarrista malogrado.
Bueno, tuve la Ibanez, la disfruté (o no) 13 o 14 años, y la vendí en Buenos Aires cuando llegó el momento. Así que a esa seguro que no la veo más. Pero la primera, la Faim… En el ’93 se la vendí a Viracocha. Viracocha estudiaba en Córdoba. En Córdoba, tiempo después, fue a parar a manos de Happy (no se si en carácter de venta o de préstamo seguido de afano). Happy es amigo mío. El sábado pasado vino a casa. Estábamos tomando mate cuando Silvia le preguntó si estaba tocando. Happy dijo que no. Le pregunté si tenía el bajo, y me respondió que si, pero que para tocar en casa, solo, el bajo no le atraía demasiado, y prefería tocar la guitarra. Le pregunté si tenía guitarra eléctrica, pensando en ir algún día a grabar con tracción a sangre algún solo en alguno de los engendros que compongo con el Guitar Pro, y me sorprendió: además de una viola azul que se compró alguna vez en Córdoba, tiene otra prestada y también… ¡¡¡mi vieja Faim Les Paul color totín!!!

Gus

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Me alegro o me entristezco? Por tu entusiasmo debería alegrarme y nada me gustaría más que esta relación que comienza terminase bien, es mi deseo de corazón.
Un abrazo
Dill

Gustavo dijo...

No seas pendejo Gerineldo, que no te entiendo un carajo... ¿De qué relación me habla? No se alegre ni se entristezca ni nada de eso, que es sólo un flechazo de la nostalgia lo que me entusiasmó al saber que cuando quiera puedo volver a tener en mis manos aquella vieja Faim, mi Faim...