PRÓLOGO
Ayer publiqué algo parido in situ por mi teclado (the «situ» en cuestión was here). Se trató de un texto alusivo a la literatura, la escritura, y el vicio de algunos mortales de escribir compulsivamente.. sin darse cuenta de que eso es prerrogativa de los inmortales, como Cervantes, Shakespeare, Oscar Wilde, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Anónimo, etc. En cuanto pulsé la tecla del punto final, instantáneamente supe que había hecho abuso de lo más guarro de mi estilo, y me propuse reescribir ese texto, pero ya sin puteadas ni alegorías escatológicas, al mejor estilo «señorito francés». Bueno, corregido el zafarrancho plagado de inmundas fiorituras, vuelvo a publicar lo que es básicamente lo mismo, pero sin putear.. pa que vean que puedo escribir dejando la ordinariez de lado, ¡carajo!
Amén.
Amén.
¿Para qué escribimos? Dímelo tú, madre santa (o golfa, lo mismo da: lo que hayas hecho o hagas con tus partes íntimas en nada cambia tu condición de hembra que se reprodujo). ¿Por qué diantre se nos da por escribir.. estupideces o no; dímelo tú, amigo que escribe, lee o no hace algo relacionado con las letras?
Bien.. nada puedo imaginar, concebir o decir en esta cochina vida sin complicarlo. Inútilmente a veces, pero no siempre: si uno no se pregunta los porqués de las cosas, nada aprende; y si no pregunta lo mismo a otros/as, se está privando de escuchar/leer idioteces que pueden levantarle el ánimo mucho más que una damajuana de clonazepam*.
A desalambrar se ha dicho, entonces (desalambrar ideas en este caso, que no estoy hablando de justicia social, ni de lucha de clases, ni de revoluciones, carajo..!!). ¿Para (o por) qué escribimos? Depende, todo depende, como cantaban unos nabos centroamericanos (creo -creo que son centroamericanos: de que son nabos no tengo dudas-). Todo es relativo en esta vida. Pero.. ¿relativo a qué? Bueno.. (como empezaría diciendo el Flaco mientras pensaba cómo expresar lo que se proponía decir) ..bueno, si la pregunta es «¿para qué coño escribimos?», y ya dije que son muchas las posibles respuestas, en tanto se relacionan con algo determinado, voy a desglosar las mil y una pulsiones que nos llevan a cazar una birome y un papel (¡qué antigüedad!, en el siglo XXI debí haber dicho «las mil y una pulsiones que nos arriman a un teclado».. pero lo hecho, dicho y/o escrito, dicho, hecho o/y escrito está: ya fue).
Habiendo terminado la intro (por decreto, como siempre pasa con los textos de cualquier índole, que si uno no dice «¡¡¡basta...!!!», se vuelven eternos, más largos que Wikipedia tratando desde la Historia Universal, más la Historia de la Filosofía, más la Literatura de donde se te ocurra, hasta infinitas pavadas que se encuentran en esa enciclopedia online de dudoso rigor académico), se me viene encima lo complicado, ya que no recuerdo adónde quería llegar hace unos minutos, cuando empecé a escribir supuestamente sabiendo qué corno (¿qué corno, inglés.. francés?) ..me proponía analizar (digresión: ¿analizar es sinónimo de sodomizar?).
Cuando mi mujer me manda al supermercado, me dice «agarrá un papelito y anotá lo que tenés que comprar».. y yo obedezco, porque si no, es muy probable que regrese a casa sin haber comprado nada, sin siquiera haber ido al supermercado, y preguntándome para qué salí a la calle. Pero eso nada tiene que ver con la escritura artística: eso gira en la ruleta de la (des)memoria. Las listas de compras (o de actividades a realizar en general), no cuentan entonces: forman parte de la escritura útil y necesaria pero con menos fulgor artístico que un inodoro, excepto que sea el de Duchamp.
Veo que me estoy yendo por las ramas de un árbol tan frondoso como el pino de San Lorenzo.. o de otro mucho más frondoso aún, como un algarrobo o una acacia (¿la acacia es un árbol o una ramera?).
Era inevitable: terminé olvidando qué quería decir (escribir, en realidad).. y ahí sí que me fui al recarajo. No sólo ignoro para qué escriben los demás, sean escritores, científicos, historiadores o simples compradores de supermercado, sino que (y esto es lo más grave) no tengo idea de para qué escribo yo cuando lo hago. Tal vez por eso, cada día escribo menos.
Voy a circunscribir, entonces, pregunta y respuesta al ámbito del arte, de la literatura. Pero ¿qué es la literatura? No me digas que es toda producción escrita, y que un simple panfleto que uno encuentra tirado en la vereda, el cual, en el mejor de los casos, puede servirle para limpiarse el trasero si anda por la calle y se ve acosado por una urgencia intestinal, es entonces literatura menor o de bajo vuelo, pero literatura al fin, porque escupo la pantalla que me muestra lo que estoy escribiendo, apago esta máquina del demonio, y me voy mirar televisión. O a vomitar. Seamos serios, che: dejo la redefinición de «literatura» para otro día, pero descarto hoy la ridícula definición del «mientras esté escrito, vale todo».
En primer lugar, escribimos por el placer de hacerlo. O así debiera ser si no está uno rematadamente loco; pero me interesarían las opiniones de Nietzche y, especialmente, de Bukowski. NO me importaría, en cambio, saber qué pensaba Borges al respecto. Ahora bien.. detrás de ese telón de escenario en que transcurren incontables delirios e incoherencias, hay un personaje impersonal que tiene un importantísimo rol en todo esto (¿esto?, ¿de qué esto estaré hablando?, ¿qué es «esto»?) ..decía que tras la escritura artística (o artesanal, como la mía y la de todos los escribidores que nunca seremos escritores), subyace un ente peligrosísimo, que puede hacerlo caer a uno en cualquier abismo o camino hacia el averno: el maldito ego..
guS
* Sé que el clonazepam no es (o no se comercializa) líquido, pero me gustó más escribir «damajuana» que caja o blister.
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