..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

lunes, 31 de diciembre de 2007

La paradoja andante.

por Eduardo Galeano
publicado por Página/12 el 30/12/07

Cada día, leyendo los diarios, asisto a una clase de historia.
Los diarios me enseñan por lo que dicen y por lo que callan.
La historia es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad.
De aquí a poco se publicará un libro mío que se llama Espejos. Es algo así como una historia universal, y perdón por el atrevimiento. “Yo puedo resistir todo, menos la tentación”, decía Oscar Wilde, y confieso que he sucumbido a la tentación de contar algunos episodios de la aventura humana en el mundo, desde el punto de vista de los que no han salido en la foto.
Por decirlo de alguna manera, se trata de hechos no muy conocidos.
Aquí resumo algunos, algunitos nomás.
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Cuando fueron desalojados del Paraíso, Adán y Eva se mudaron al Africa, no a París.
Algún tiempo después, cuando ya sus hijos se habían lanzado a los caminos del mundo, se inventó la escritura. En Irak, no en Texas.
También el álgebra se inventó en Irak. La fundó Mohamed al Jwarizmi, hace mil doscientos años, y las palabras algoritmo y guarismo derivan de su nombre.
Los nombres suelen no coincidir con lo que nombran. En el British Museum, pongamos por caso, las esculturas del Partenón se llaman “mármoles de Elgin”, pero son mármoles de Fidias. Elgin se llamaba el inglés que las vendió al museo.
Las tres novedades que hicieron posible el Renacimiento europeo, la brújula, la pólvora y la imprenta, habían sido inventadas por los chinos, que también inventaron casi todo lo que Europa reinventó.
Los hindúes habían sabido antes que nadie que la Tierra era redonda y los mayas habían creado el calendario más exacto de todos los tiempos.
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En 1493, el Vaticano regaló América a España y obsequió el Africa negra a Portugal, “para que las naciones bárbaras sean reducidas a la fe católica”. Por entonces, América tenía quince veces más habitantes que España y el Africa negra cien veces más que Portugal.
Tal como había mandado el Papa, las naciones bárbaras fueron reducidas. Y muy.
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Tenochtitlán, el centro del imperio azteca, era de agua. Hernán Cortés demolió la ciudad, piedra por piedra, y con los escombros tapó los canales por donde navegaban doscientas mil canoas. Esta fue la primera guerra del agua en América. Ahora Tenochtitlán se llama México DF. Por donde corría el agua, corren los autos.
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El monumento más alto de la Argentina se ha erigido en homenaje al general Roca, que en el siglo diecinueve exterminó a los indios de la Patagonia.
La avenida más larga del Uruguay lleva el nombre del general Rivera, que en el siglo diecinueve exterminó a los últimos indios charrúas.
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John Locke, el filósofo de la libertad, era accionista de la Royal Africa Company, que compraba y vendía esclavos.
Mientras nacía el siglo dieciocho, el primero de los borbones, Felipe V, estrenó su trono firmando un contrato con su primo, el rey de Francia, para que la Compagnie de Guinée vendiera negros en América. Cada monarca llevaba un 25 por ciento de las ganancias.
Nombres de algunos navíos negreros: Voltaire, Rousseau, Jesús, Esperanza, Igualdad, Amistad.
Dos de los Padres Fundadores de los Estados Unidos se desvanecieron en la niebla de la historia oficial. Nadie recuerda a Robert Carter ni a Gouverner Morris. La amnesia recompensó sus actos. Carter fue el único prócer de la independencia que liberó a sus esclavos. Morris, redactor de la Constitución, se opuso a la cláusula que estableció que un esclavo equivalía a las tres quintas partes de una persona.
“El nacimiento de una nación”, la primera superproducción de Hollywood, se estrenó en 1915, en la Casa Blanca. El presidente, Woodrow Wilson, la aplaudió de pie. El era el autor de los textos de la película, un himno racista de alabanza al Ku Klux Klan.
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Algunas fechas:
Desde el año 1234, y durante los siete siglos siguientes, la Iglesia Católica prohibió que las mujeres cantaran en los templos. Eran impuras sus voces, por aquel asunto de Eva y el pecado original.
En el año 1783, el rey de España decretó que no eran deshonrosos los trabajos manuales, los llamados “oficios viles”, que hasta entonces implicaban la pérdida de la hidalguía.
Hasta el año 1986, fue legal el castigo de los niños en las escuelas de Inglaterra, con correas, varas y cachiporras.
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En nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la Revolución Francesa proclamó en 1793 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Entonces, la militante revolucionaria Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. La guillotina le cortó la cabeza.
Medio siglo después, otro gobierno revolucionario, durante la Primera Comuna de París, proclamó el sufragio universal. Al mismo tiempo, negó el derecho de voto a las mujeres, por unanimidad menos uno: 899 votos en contra, uno a favor.
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La emperatriz cristiana Teodora nunca dijo ser revolucionaria, ni cosa por el estilo. Pero hace mil quinientos años el imperio bizantino fue, gracias a ella, el primer lugar del mundo donde el aborto y el divorcio fueron derechos de las mujeres.
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El general Ulises Grant, vencedor en la guerra del norte industrial contra el sur esclavista, fue luego presidente de los Estados Unidos.
En 1875, respondiendo a las presiones británicas, contestó:
–Dentro de doscientos años, cuando hayamos obtenido del proteccionismo todo lo que nos puede ofrecer, también nosotros adoptaremos la libertad de comercio.
Así pues, en el año 2075, la nación más proteccionista del mundo adoptará la libertad de comercio.
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Lootie, “Botincito”, fue el primer perro pequinés que llegó a Europa.
Viajó a Londres en 1860. Los ingleses lo bautizaron así porque era parte del botín arrancado a China, al cabo de las dos largas guerras del opio.
Victoria, la reina narcotraficante, había impuesto el opio a cañonazos. China fue convertida en una nación de drogadictos, en nombre de la libertad, la libertad de comercio.
En nombre de la libertad, la libertad de comercio, Paraguay fue aniquilado en 1870. Al cabo de una guerra de cinco años, este país, el único país de las Américas que no debía un centavo a nadie, inauguró su deuda externa. A sus ruinas humeantes llegó, desde Londres, el primer préstamo. Fue destinado a pagar una enorme indemnización a Brasil, Argentina y Uruguay. El país asesinado pagó a los países asesinos, por el trabajo que se habían tomado asesinándolo.
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Haití también pagó una enorme indemnización. Desde que en 1804 conquistó su independencia, la nueva nación arrasada tuvo que pagar a Francia una fortuna, durante un siglo y medio, para expiar el pecado de su libertad.
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Las grandes empresas tienen derechos humanos en los Estados Unidos. En 1886, la Suprema Corte de Justicia extendió los derechos humanos a las corporaciones privadas, y así sigue siendo.
Pocos años después, en defensa de los derechos humanos de sus empresas, los Estados Unidos invadieron diez países, en diversos mares del mundo.
Entonces Mark Twain, dirigente de la Liga Antiimperialista, propuso una nueva bandera, con calaveritas en lugar de estrellas, y otro escritor, Ambrose Bierce, comprobó:
–La guerra es el camino que Dios ha elegido para enseñarnos geografía.
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Los campos de concentración nacieron en Africa. Los ingleses iniciaron el experimento, y los alemanes lo desarrollaron. Después Hermann Göring aplicó, en Alemania, el modelo que su papá había ensayado, en 1904, en Namibia. Los maestros de Joseph Mengele habían estudiado, en el campo de concentración de Namibia, la anatomía de las razas inferiores. Los cobayos eran todos negros.
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En 1936, el Comité Olímpico Internacional no toleraba insolencias. En las Olimpíadas de 1936, organizadas por Hitler, la selección de fútbol de Perú derrotó 4 a 2 a la selección de Austria, el país natal del Führer. El Comité Olímpico anuló el partido.
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A Hitler no le faltaron amigos. La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi. La Coca-Cola inventó la Fanta, en plena guerra, para el mercado alemán. La IBM hizo posible la identificación y clasificación de los judíos, y ésa fue la primera hazaña en gran escala del sistema de tarjetas perforadas.
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En 1953, estalló la protesta obrera en la Alemania comunista.
Los trabajadores se lanzaron a las calles y los tanques soviéticos se ocuparon de callarles la boca. Entonces Bertolt Brecht propuso: ¿No sería más fácil que el gobierno disuelva al pueblo y elija otro?
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Operaciones de marketing. La opinión pública es el target. Las guerras se venden mintiendo, como se venden los autos.
En 1964, los Estados Unidos invadieron Vietnam, porque Vietnam había atacado dos buques de los Estados Unidos en el golfo de Tonkin. Cuando ya la guerra había destripado a una multitud de vietnamitas, el ministro de Defensa, Robert McNamara, reconoció que el ataque de Tonkin no había existido.
Cuarenta años después, la historia se repitió en Irak.
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Miles de años antes de que la invasión norteamericana llevara la civilización a Irak, en esa tierra bárbara había nacido el primer poema de amor de la historia universal. En lengua sumeria, escrito en el barro, el poema narró el encuentro de una diosa y un pastor. Inanna, la diosa, amó esa noche como si fuera mortal. Dumuzi, el pastor, fue inmortal mientras duró esa noche.
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Paradojas andantes, paradojas estimulantes:
El Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más hermosas esculturas de la era colonial americana.
El libro de viajes de Marco Polo, aventura de la libertad, fue escrito en la cárcel de Génova.
Don Quijote de La Mancha, otra aventura de la libertad, nació en la cárcel de Sevilla.
Fueron nietos de esclavos los negros que generaron el jazz, la más libre de las músicas.
Uno de los mejores guitarristas de jazz, el gitano Django Reinhardt, tenía no más que dos dedos en su mano izquierda.
No tenía manos Grimod de la Reynière, el gran maestro de la cocina francesa. Con garfios escribía, cocinaba y comía.
un aporte de Dill

lunes, 17 de diciembre de 2007

El que nace para pito..

“Serás lo que debas ser…”, sentencia puta que por años me repiqueteó en algún rincón en que la consciencia se esconde de sí misma. Puta pero cruel al fin, como casi todas las verdades que uno trata en vano de ocultarse. ¿Autocompasión, mentira piadosa para postergar sufrimientos, o simplemente pelotudez básica? No sé. Ni me importa. Lo que está claro es que pude zafar. Un buen día de la primera mitad de los noventa colgué las púas, “basta loco, esto no es la tuya, no rompas más la pelotas con la guitarrita”, me dije, y me escuché. Hoy sé que de las pocas decisiones que tomé en esta vida, fue una de las más sensatas, “no seré nada… y al carajo”.

¿Habrán sido en vano el tiempo y demás recursos malgastados en pos del despropósito de ser guitarrista? “No, totalmente al pedo no”, debería responder este Gus 2004 que pregona a los cuatro vientos no acusar arrepentimientos, y que sólo lamenta no haber hecho algunas cosas. “Si no me hubiera mandado como me mandé, probablemente hoy estaría incluyendo a la guitarra en la lista de asuntos pendientes, de frustraciones..". La experiencia es irreemplazable. Y necesaria a veces. Hay que vivir la vida, aunque golpée. Se puede teorizarla, pero no sirve de nada. Lo que sigue es el relato del fin de la increíble y triste historia de Gustavo y su guitarra desalmada.

Pa’ lo que me sirvió, diría que la Ibanez color cherry fue demasiado. Sin embargo no me arrepiento de nada de lo hecho: en aquella época, 1983, una fantasía que aun estaba viva me llevó a querer tener una guitarra grossa, y la tuve. En todo caso, lamento no haber hecho algo.. perdurable (aunque solo lo fuera en mi memoria), cuando tenía ganas y las dejé esfumarse en una nada que da bronca, o algo así. Pero en realidad, no hice porque no pude (será que no tenía “uña de guitarrero”) o porque no quise (será me estaba engañando vilmente). Y ante eso, no hay nada que lamentar.. (o sí: pa’ lo que me sirvió la Ibanez color cherry, creo que hasta en un putero hubiese estado mejor invertida la guita que me costó).

Tuve una época brillante con la guitarra colgada, pero creo que fue apenas un equívoco más: demasiado pronto llegué al punto en el que un cartel anunciaba “FIN DEL CAMINO”, sin más explicaciones. Entonces me detuve. Comprendí que lo que siempre había flotado entre las brumas, se revelaba ante mí con la implacable crudeza de la realidad, iluminada de una vez y para siempre. No había más camino para mí, porque en el reparto de dones y talentos ninguna musa me tocó. Hubiera podido seguir caminando aun sin camino, pero.. nunca creí en eso de que se hace camino al andar: yo, si no tengo un rumbo bien trazado sobre un sendero definido y firme, me termino yendo al carajo. Inevitablemente. Decidí no ser un mediocre. Y fui nada, c’est finit, game over, la guitarrita fue.

Esa época de brillos y elogios, en la que llegué hasta lo más alto que mis alas precarias me permitieron volar con la música, empezó en la primavera del ’85, junto con mi amor. Fue en ese punto que se redefinió mi estilo, para bien y para mal, marcado a fuego por Eddie Van Halen y un par de guitarristas de heavy metal. Esa onda de técnicas explosivas fue la que mejor llegué a dominar en toda mi historia con las cuerdas de acero. Obviamente no fue casualidad. A fines del infierno invierno del ’85, después de un corto silencio, hubo un cambio en mis catálogos, y eso fue decisivo para fijar el rumbo de mis dedos: volví al rock, caminé por la vereda hard, AC/DC, Van Halen, Ozzy Osbourne, Judas Priest, y varios guitarristas de una onda de música instrumental que en la Guitar Player llamaban neo-classical fusion o melodic metal (una payasada que ya no me interesa, pero en aquella época me deslumbraron). Como mi estilo fue siempre más rockblusero que otra cosa, creo que el cambio no fue tan radical ni sorprendente: tan sólo se me pudrió un poco más el touch y los dedos se me aceleraron.

Pero también me había copado con las cuerdas de nylon, y tuve (tengo) una Avalon (chatita, amplificable, hermosa, muy buena, regalo de Silvia que aun conservo, lamentablemete en el placard). Con esa guitarra fundamentalmente tomé por la rotonda de la música clásica: leyendo (o "deletreando") partituras, llegué a tocar unas cincuenta piezas del Renacimiento y del Barroco. No me dio el cuero ni para afanarles a tipos como Towner y Gismonti, que me seguían gustando. Pero compuse unas cuantas cositas de esa onda, y no me parecían aberrantes. Entre esas.. composiciones estaba algo que Dill bautizó “el choro”, y hoy creo que eso fue lo mejor (o lo único bueno) que compuse en toda mi vida. Lamentablemente no tengo ninguna grabación que documente mis palabras. Y, como corresponde, tampoco me acuerdo siquiera de dos acordes consecutivos de ese condenado engendro villalobiano. Pero no importa, en esta puta vida perdí muchas más cosas de mucho más valor..

Ese último capítulo de mi historia con la desalmada duró lo que duró, duró poco, y todo se fue extinguiendo una vez más, como antes, como siempre, como correspondía: lo que no debía ser, no fue..

No hay mucho más para contar. Sin embargo, en lo poco que queda, tal vez esté lo más gratificante. Eso que pasó en la época en que la guitarra ya no significaba nada para mí, y entonces tuve algunos orgasmos en el alma (o en el ego, alcohol mediante) por haberme atrevido a faltarle el respeto. Recién cuando supe que no iba a seguir tocando, ni a tejer más proyectos insensatos, me animé a subirme a un par de escenarios prestados (re mamado, obviamente), y al bajar, después de aplausos que me hacían sentir nubes en los dedos, los pendejos se me acercaban, me felicitaban, y me preguntaban si daba clases.. (“no pibe, ¿y a mí quién me enseña, quién me da lo que no tengo?”, me decía, y pensaba que siempre fui menos que mi reputación). El último enero que estuve en Tilcara (’99) pasó algo que hoy recuerdo con cierta nostalgia. Serían las 3AM, y Silvia ya no se despegaba de mi lado porque temía que hiciera bardo por ahí: había chupado medio vodka (medio litro), un par de fernets, y estaba en un estado terrible. En un momento me escapé con Japi (uno de los pibes amigos), “voy a mear” dije, y nos metimos en una especie de pub de onda rockera. Había un grupo tocando, y la tentación me pudo: le pedí la viola al guitarrista y me mandé de una, rock and roll carajo! El estar tan en pedo me desinhibía por completo. Japi, que toca el bajo, se había subido también. Fue fuerte, porque sentía que la guitarra sonaba sola, o que era otro el que tocaba (otro mucho mejor que yo). Miré a la gente y ahí me terminé de soltar por completo: recopados, algunos bailaban y otros se habían parado frente al pequeño escenario, me sentía el chino Page.. Duró poco, unos cinco minutos, porque el violero del grupo se arrepintió de haberme cedido su lugar y me cortó el sonido. Lo miré a Japi, nos reímos, y nos fuimos a la mierda, pero con aplausos.

No mencioné la vuelta “oficial” del ’93 y el ‘94, acá en Jujuy, tocando trhash con Mariano y otros pibes amigos, porque eso está entre la nada y la eternidad (pero mucho más cerca de la nada). Sólo sirvió para ganarme una reputación, seguramente exagerada, en el ambiente metaleiro: por viejo, por la técnica, y por tuerto entre ciegos, me convertí en un referente de peso para la pendejada heavy. Pero ya era tarde, no me la creí..

Y la viola.. fue, se murió. Es un hecho, y es definitivo: no creo en resurrecciones. Mi larga historia de encuentros y desencuentros con la música terminó hace mucho, las cenizas se las llevó algún viento, estoy a salvo.. Y está todo bien así, ¿para qué carajo habría de hacer algo que no me interesa ni me mueve nada? Durante mucho tiempo seguí tocando por tocar, sin saber para qué, por inercia o capricho, porque pensaba que podía hacerlo bien, pero sin sentir que era la mía, y desoyendo a algo que desde mi interior me decía “¡cortála boludo, ya basta con esto, que no te da nada!”. Al fin, escuché esa voz interior y le di bola. Lo bueno es que no quedaron marcas, ni lesiones en el alma: ninguna frustración, nada. Supongo que por mucho tiempo creí que podía llegar a ser mejor que el montón, supongo que algo en mis dedos alentaba esa fantasía y confundía bastante, y supongo que mi ego endulzado por algunos elogios no me permitió tirar la púa a tiempo (es decir mucho antes). Pero no sólo se manejó en mí una cuestión de ego. Lo que me encadenó a la desalmada por mucho más tiempo del que hubiera deseado fue una cuestión.. casi de supervivencia: creía que dejar de tocar la guitarra era medio como desaparecer, tirar a la basura lo único que algunos valoraban de mí, y quedar reducido a casi nada, un pibe con la autoestima en los tobillos que no sobresale más que por algunos pensamientos terroríficos..

Seguramente la falta de inspiración para crear haya sido el punto clave que me alejó de la música, o que alejó a la música de mí: tan lejos se fue que ya no la podía tocar ni siquiera con las alas invisibles del deseo.. Supuestamente pude haber llegado a ser un buen guitarrista.. con una viola eléctrica “sucia” tenía explosión, hacía ruido, y con las cuerdas de nylon sonaba tan limpio como gotitas de agua que caen y golpean la superficie de un manantial. La física se puso de mi lado en lo que tenía que ver con los dedos, la cosa mecánica nunca fue un problema para mí. Pero las musas no me tuvieron en cuenta, nunca pude componer algo que valiera la pena, y obviamente eso se debió a una lamentable carencia: no talent, men. Posiblemente, de una manera no consciente, haya buscado la destreza técnica como punto de compensación: ya que no podía componer, aposté a impactar, o por lo menos llamar la atención, con el piripipí. Hasta que me desenmascaré y me abrí. Tarde o temprano tenía que pasar: el que nace para pito..

Hoy tengo un juguete relativamente nuevo, que ocupa el vacío de placer dejado por la desalmada. Y casi no la recuerdo. Por suerte: no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió..

THE END 09-08-04