..QUE HOY SEA AYER SIN MAÑANA

lunes, 27 de agosto de 2007

El tiempo

Por Gus '05
Poco antes de Navidad, charlando con un compañero de teatro de mi hija, encontré una clave que explica las irregularidades en la velocidad del tiempo, que cada vez parece pasar más rápido. No sé si esa explicación será válida para todos los que, como yo, sienten que ahora los años parecen más cortos (siempre más cortos que antes), pero a mí me resultó de una lógica absoluta.
Antes de llegar a mis conclusiones, voy a hacer un par de consideraciones previas, que pueden parecer (y hasta ser) estúpidas pero a mí me parecen necesarias:

1. Aunque muchos tengamos la sensación de que el tiempo va cada vez más rápido porque se nos pasa más rápido, y como consecuencia los años nos parecen más cortos, en realidad el único cambio posible existe sólo en la percepción de los que así sentimos, ya que el tiempo debe transcurrir siempre a la misma velocidad. Al menos eso es lo que matemáticamente se deduce tras observar el reloj que tengo en el comedor: funciona desde hace siete años con la misma marcha lógicamente esperada, y no creo que “algo” haya alterado su mecanismo para adecuarlo a las fluctuaciones de un tiempo irregular.

2. Mi teoría inicial, que relacionaba esa percepción vertiginosa del paso del tiempo con la edad (“después de los treinta el tiempo pasa más rápido, después de los cuarenta vuela...”), se cae al vacío ante la realidad de una estadística poco seria pero no por ello desechable: son muchos los jóvenes (de cualquier edad, y hasta pendejos) que dicen sentir lo mismo ante el paso aparentemente acelerado del tiempo.
Entonces.. si el reloj descarta la posibilidad de un cambio real en la métrica del tiempo, y los pendejos me llevan a desestimar la incidencia de la sumatoria de años como determinante de cambios en la percepción personal (que pasa a ser parte de la percepción colectiva de un segmento bastante heterogéneo en cuanto a edades), se me ocurre que esa sensación de velocidad constante que todo lo vuelve efímero, necesariamente debe tener relación con ciertos cambios en el medio social, que nos imponen a su vez cambios en la manera de vivir y de visualizar el futuro en función del presente. Pero la generalización termina acá: sigo en primera persona (porque no soy un sociólogo ni un pensador brillante, ni me creo que estoy diciendo una gran verdad universal, carajo).

Yo siento que el cambio en la percepción del tiempo, que me lleva a la sensación de aumento de la velocidad de paso o disminución de la duración de todo, se genera en un inevitable mecanismo de defensa natural: vivo como el culo, con miedos, con ansiedad, con estrés, con tremendas incertidumbres, con frustraciones, con impotencia, con desesperación.. y ante todo eso sólo atino a pensar cada momento de mierda como fugaz: “ya va a pasar, todo pasa”. Y sí, todo pasa, pero de esta manera pasa más rápido. Si a la mañana el consuelo es que pronto llegará la tarde, y es consuelo porque de tarde se está más cerca de la noche, del sueño contenedor (o por lo menos atenuador de angustias), los días se van como agua por entre los dedos. Tal vez se trate de un maneje inconsciente, pero yo lo desenmascaré en mí: esa necesidad imperiosa de pasar (y no de vivir) el momento, el día a día, por terror a proyectarme en un vacío incierto y amenazante, me lleva a una carrera enloquecida por zafar del espanto. Y cuando uno va a mil “llega antes”, y registra muy poco de lo que va dejando atrás. Entonces los días, las horas, se llenan de un vacío que es.. nada: no pasó nada. No tengo la paz necesaria para disfrutar algo “en largo”, todo lo tengo que acortar, y en ese todo entra el tiempo. No sé adónde quiero llegar, o sé adónde quiero pero no adónde puedo, y entonces todo se agota en el intento de sufrir un poco menos. Así, se pierde la noción de lo placentero, y sólo se tiene la mínima fuerza necesaria para ir dejando atrás todo lo angustiante lo más rápido posible. Y se llega antes. A ningún lugar, pero antes... Después, termino diciendo “¡mierda, qué rápido pasó el 2004!”.

 
(Un día después)
Lo que dije ayer sobre la velocidad del tiempo, se podría sintetizar (y aclarar) así:
Cuando uno va a mil, llega más rápido. Se altera la percepción de la distancia, y la noción de la realidad se falsea (la distancia que separa a Jujuy de Bs. As. no parece la misma si se viaja en avión, en bus o a pie). Cuando la mente va a mil, no guarda registro de todo lo que le pasa por al lado, y entonces parece que llega antes, o que el tiempo pasó más pronto (y si pasó más pronto, “algo duró menos”). Cuando hay que caminar con los pies descalzos por encima de una alfombra de brasas encendidas, la mejor opción.. es esquivarla, no caminar un carajo; pero si no queda otra, el instinto hace que uno pase corriendo. Tal vez para quemarse menos (¿?), o para terminar lo más pronto posible, y que el tormento dure menos (algo que dura menos, “pasa más rápido”). Cuando se está viviendo una vida de mierda, un mecanismo de defensa normal es tragar cada centímetro cúbico de malaria como si fuera uno de esos remedios de sabor casi vomitivo.
Creo que por ahí están las claves de mi sensación de ultra velocidad en el transcurrir del tiempo últimamente. Y creo que la explicación seguramente será válida para muchos a quienes les pase lo mismo.
No sé si hacía falta aclarar algo, ni sé si se aclaró. Ahora que leo esto, y lo comparo con lo anterior, me parece que sólo dije lo mismo de otra manera.. no muy diferente de la primera. No importa: acá el papel y la tinta son gratis.
El tiempo es más veloz.. para todos, parece. La verdad es que no hablé mucho del tema con gente que zafe de los efluvios de la globalización capitalista y el hiper estrés que genera (tengo poco trato con tales bichos, y creo que, independientemente de cómo se sienta cada uno, en mayor o menor medida todos somos víctimas de un modo de vida impuesto desde un poder devastador). Me intriga saber qué pensará un tipo como mi jefe millonario con respecto al tiempo. O qué pensará el maldito Caarlos. O cualquiera que esté a salvo de las presiones que oprimen a la gran mayoría del pueblo. Pero no tengo ganas de complicarla más: habrá que pensar que el gran Gabo tenía razón cuando a través de una simple frase típica de su genial estilo, graficó desde el absurdo lo que seguramente sea una ilusión del inconsciente colectivo: “el tiempo ya no viene como antes, ahora dura menos”, o algo así.
La repetición, las rutinas, el siempremásdelomismo, también pueden tener bastante influencia en la manera de percibir el tamaño del tiempo. Supongo que si todos los días son casi iguales, nuestro sistema operativo se encarga de ir limpiando del registro los términos repetidos para que no ocupen lugar al pedo. Y así, queda mucho vacío.. un vacío que la precaria lógica de las mentes aburridas, no pudiendo llenarlo, se encarga de disminuir de la única manera posible: achicando la imagen del recipiente.

sábado, 25 de agosto de 2007

Cosa de negro

"Si Hendrix no se hubiera muerto.. Si hubiese transitado una larga carrera con la Strato colgada.."
Suposiciones, simples conjeturas en el aire, infundadas (e infundables) especulaciones, boludeces: lo que se dice hablar lisa y llanamente al pedo..

Creo que si Hendrix estuviera vivo, sería un viejito “
morcilla con puré” casi olvidado. Creo que si no se hubiera muerto a tiempo, lo que hoy estaría muerto sería el mito, o no habría habido mito. Lo que hizo hace cuarenta y cinco años, eso que le dio la inmortalidad porque en realidad murió, habría quedado ampliamente opacado por lo que creo que hubiera hecho (y no hecho) en todos estos años de ilustre ausencia. Imagino que al Negro no le quedaban más cartuchos en el revólver, que dio todo lo que tenía para dar, como un maestro viajero sideral que pasó por este planeta para mostrar algo (“su todo”), y una vez cumplida esa misión, se tomó el palo hueco.
Creo que Hendrix fue uno más de tantos beneficiarios de una muerte temprana que le dejó como rédito exagerado el mito y la inmortalidad.. tal vez justa inmortalidad para aquellos menos complicados que yo, que no puedo dejar de evaluar variables improbables, y aceptar no menos improbables resultados.. que en todo caso no fueron, y la duda me da en parte la razón.
Gus

Cosa de blancos

No voy a responder in extenso lo opinado en "Jimi Hendrix...". Sólo quiero que quede clarito y bien visible, en el Blog y no en "comentarios", mi desacuerdo total con lo dicho sobre Hendrix, pa'mí un monstruo angelical.
¡¡¡Aguante el Negro inmortal!!!
(Y gracias por incluirme dentro de esa raza que tanto bien le ha hecho a mi humanidad).
Dill

miércoles, 22 de agosto de 2007

Jimi Hendrix..

Hay cosas que no se dicen. Por lo menos no una sola vez.. Cuando uno piensa algo que va contra la corriente, algo trasgresor en cierto sentido, algo que puede resultar polémico.. conviene repetirlo periódicamente, o callarlo para siempre. Decidí lo primero, para que se sepa que no fue un simple exabrupto intelectual pasajero o una mala maña del mood en un momento equis, y que me la banco, pongo el pecho a la que se venga: voy a decir una vez más lo que pienso de Hendrix. Dill lo sabe, y seguramente seguirá pensando que a alguna veta oculta y perversa de mi ser, no le simpatiza musicalmente porque es negro (sabe de mi predilección por las músicas blancas, o las músicas negras “grisadas” por blancos, o la manera de los blancos de hacer músicas, incluidas las negras, y como Dill es negro y defensor de causas perdidas de pobres y ausentes..). Pero no, nada que ver con racismo alguno: es la experiencia de mi sensibilidad ante una guitarra lo que me dicta esa controversial opinión. Una opinión seguramente cuestionable, que se puede compartir o no (de hecho el mundo entero o casi, seguramente no la comparta, pero un millón de moscas pueden equivocarse..). Una opinión que suena extraño. Una opinión casi quijotesca, pero es mí opinión y la voy a defender a muerte.
Cuando escucho decir que Hendrix fue el guitarrista más influyente en la historia del Rock, que fue “one of a kind” o un extraterrestre, que fue el más grande, algo dentro de mí se agita y me revuelve la tripamenta (y no son gases). Para mí el Negro fue apenas poco más que la pirotecnia rudimentaria que desplegó, y como tal se acaba con el humo del último estallido. Con esto no pretendo devaluar esa pirotecnia, que tuvo como (tal vez único) valor el haber sido la primera que sonó en el planeta, una pirotecnia pionera. Pero si le vamos a reprochar la pirotecnia a tantos guitarristas que vinieron después.. ¿por qué habría que considerarla una virtud con valor musical supremo en el Negro? ¿Porque fue innovación? Puede ser.. pero en todo caso no deja de ser pirotecnia (y no toda innovación es necesariamente buena). Más allá de eso, no encuentro gran cosa en el Negro. No me parece que Hendrix haya tenido un sonido fuera de lo común, ese sonido distintivo y único que los yanquis llaman “tone”, ese sonido que Santana (uno de los que sí lo tienen) dice que es como la cara. Pienso (y creo) que Hendrix fue apenas un músico talentoso que se colgó un juguete nuevo, producto de tecnologías modernas en su época, enchufado a un aparato ídem, en el lugar y el momento justos.. Pienso (y creo) que Hendrix hizo lo que cualquiera de los miles de guitarristas talentoso de cualquier época hubiera hecho, y hasta pienso que muchos otros tal vez lo habrían hecho mejor. Porque más allá de lo que al Negro no se le puede (o no se le debiera) negar, tal vez sólo por haber sido el primero, a mí me parece que detrás aparecieron muchos guitarristas realmente “one of a kind” que cambiaron radicalmente la historia de la viola, influyendo sobre generaciones enteras. Ah, querés que tire nombres, no? Preferiría no hacerlo, pero sólo por ser complaciente.. Clapton, Blackmore, Van Halen… y hay más, pero creo que esos tres son la santísima trinidad si hablamos de innovaciones revolucionarias, cambios radicales, e influencias masivas perdurables. Es mi modesta opinión que después de Van Halen no pasó nada trascendente (que Vai y Satriani me perdonen): sólo se sofisticaron técnicas, se le dieron vueltas y más vuelas a la misma tuerca, y el culto al virtuosismo como un Dios de dudoso valor artístico se instaló en el planeta para tapar cierto silencio hasta que aparezca un innovador que revolucione una vez más el vibrar de las seis cuerdas. ¿Aparecerá, o será que ya esta todo dicho en el Rock?
 

Gus 
Escucho gustoso las puteadas pertinentes, que no me harán cambiar de opinión.. 
(Por favor dirigirlas a Comentarios.)

viernes, 10 de agosto de 2007

Inmunda belleza

Los certámenes de belleza me parecen algo asqueroso. Detesto cualquier práctica que apunte a exaltar la belleza física como un valor, y más aun como un valor de competencia. Me parece horrible que un selecto grupo de señoritas disputen entre si para que un jurado determine cual es la mas linda.. y la consagre reina de los estudiantes, de la vendimia, o de la berenjena. Pero lo más infame no es la pugna en sí, la contienda entre las participantes, que con mayor o menor grado de conciencia, están ahí porque quieren, nadie las obliga, y en todo caso suelen ser todas bellas. Una ganará y será coronada, pero las demás sabrán que arbitrariamente han sido objeto de la subjetividad de un jurado que tenía por misión elegir a la que les pareciera las más bella de un grupo de bellas. Y difícilmente alguna de las perdedoras se sienta fea por no haber ganado. No, lo más siniestro no está en la interna de los certámenes de belleza, sino en el hecho de que existan certámenes de belleza. Certámenes en los que concursa un exclusivo grupo de jovencitas “más lindas que la media, que la gran mayoría”; unas veinte o treinta más lindas que la enorme mayoría excluida. Una mierda.
Creo en la belleza objetiva, más allá de los modelos impuestos por diversos métodos al servicio del poder que regula a su antojo este mundo, para que sea tal como es. Creo en la veracidad de las estadísticas virtuales, que a partir del gusto mayoritario dejan claramente definido qué es lindo y qué no. Supongo que por mal que me pese, se trata de una injusticia natural y no queda otra que bancársela. Pero lo que me parece una porquería es la exaltación de la belleza física como valor que tenga alguna importancia. Hay muchos puntos en torno a esto que podrían ser analizados, y seguramente entre las conclusiones aparecerían frases tales como “imposición de modelos", "connivencia (por conveniencia) de un sistema económico”, “culto a la imagen para vender un producto”, “implementación sistemática de prácticas que apuntan a la exclusión como algo natural”, "construcciones culturales", etc. Pero no buceo en esas aguas: lo mío es sólo una especie de empatía que me solidariza con quienes sufren esa cruel exclusión simplemente por tener la nariz grande, o rasgos “feos”, o por portar diez kilos de más sobre la osamenta..
No quiero ahondar más en el asunto, no quiero intelectualizarlo. Sólo quiero decirles a todos aquellos que son cómplices de aberraciones como la que en este momento me inquieta, que.. ¡que se vayan a la reputa madre que los parió!

Gus

Sobre la belleza..

“Algún día te voy a decir lo que pienso de la belleza y la fealdad, y del inmundo vicio de los seres humanos de medir a sus semejantes en términos de valoración estética de lo físico. Si me acuerdo, te lo voy a decir...”

Esto generó una e-charla interesante con mi amigo Dill.
* Dill:
Dejaste picando el tema de la belleza y la fealdad "y del inmundo vicio de los seres humanos de medir a sus semejantes en términos de valoración estética de lo físico".
Creo que ya se ha entrado en un callejón que no tiene salida. Si bien sé de tu atracción por la TV, hay que reconocer (ya lo dije alguna vez) que para la conformación del gusto masivo ésta ha sido la "solución final" luego de las bombas previas tiradas por el cine.
Es sabido que la percepción de lo bello y lo feo es construcción cultural. Baste para ello mirar las bellezas retratadas en un cuadro de Renoir y las que adornan un afiche publicitario actual. Lo más difícil de responder (para mí) es ¿por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo? ¿Por qué cambian los modelos? ¿De dónde surge esa necesidad?
Es claro que luego de que un modelo de lo que se considera lindo está instalado en el imaginario masivo, se entra en un tipo de inercia que no se hace preguntas, sino que sólo va en busca de las coordenadas que se corresponden con dicha concepción ya establecida. Pero lo que yo sospecho es que detrás de todo esto hay un interés oculto, que mi intuición me dice que tiene que ver con la evolución del capitalismo, con ciertos intereses de clase. Digo que sospecho porque no lo tengo para nada claro, lo intuyo. Sería interesante leer a los inteligentes que escriben sobre el tema, como Umberto Eco, que acaba de publicar un libro titulado "La belleza", y es precisamente un estudio acerca de lo que estamos hablando aquí.
Yo hablaba de capitalismo porque todo esto de los lindos y los feos lo que genera es, en definitiva, discriminación, y esas son cosas que al capitalismo le gustan y le vienen como anillo a sus enjoyados dedos. Y si bien no todos los lindos pertenecen a una élite de gente con dinero, es la gente con dinero justamente la que suele determinar y manejar este tipo de cosas.
"Vender", esa es la palabra que parece camuflarse entre los ojos, las tetas o el cuerpo de los lindos y las lindas que imponen su estilo de belleza para que luego, ya echada a rodar, comience a disolverse en el deseo a secas y sin fines de lucro. Primero se instala el tipo de belleza que regirá el mercado de lo deseable y luego los avisos, los programas de TV, muestran, para vender, esos rostros y cuerpos "lindos" que parecen haber comprado antes que nosotros lo que se quiere promocionar. Y hacia allí vamos.
Si pusieran mi cara en un aviso de Kenzo, por ejemplo, creo que hasta se podría imaginar que se trata de un perfume que no huele bien. Fijáte hasta qué punto la belleza prototípica y aceptada como tal influye en la recepción que puede tener determinado producto.
Pero todo esto no contesta las preguntas iniciales ¿por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo, por qué cambian los modelos, de dónde surge esa necesidad? Por ahí cuando ven que se van agotando esos modelos los van cambiando sutilmente por otros, aunque desde la aparición de la televisión no parece haber habido cambios trascendentes al respecto...
* Gus:
Puedo estar de acuerdo (lo estoy de hecho) y aceptar la incidencia del capitalismo en la imposición subliminal de los modelos de belleza, pero lo que más me preocupa sigue pasando por otro lado. Tal vez por esa esquina en la que dobla el viento..
Yo creo que este callejón nunca tuvo salida, y no estoy tan seguro de que la percepción valorativa de lo bello y lo feo sea sí o sí (y solo sí) “construcción cultural”.. Lo es sólo en parte, según en qué arista del poliedro se instale uno como observador. 

A mí no me llama tanto la atención que los modelos de belleza cambien, porque en realidad es el ser humano lo que cambia. Hoy Marylin, comparada con cualquier modelito de cuarta, sería considerada una gorda fofa, y seguramente perdería en un casting con alguna bonita anoréxica, pero.. hay que situarse en su época para entender que, "dillanamente", se le daba más importancia al rostro (seguramente porque prejuicios de la época hacían que no se exhibieran los cuerpos como hoy), y en general las mujeres “lindas” eran así, el modelo era así. Al margen de las.. construcciones culturales que erigieran cierto estilo de figura como referente top, parece que las mujeres no venían de fábrica con cuerpos como los que hoy se consideran perfectos: casi todas las mujeres de esa época eran rellenitas, de carnes blandas, y con algo de panza.. Se producían menos, no fitness, no diet, no surgery. Al menos eso es lo que registra mi catálogo mental de fotos y filmes viejos. Y no me parece una locura lo que estoy diciendo: la mujer de Neandertal debía tener pelos hasta en las plantas de los pies, seguramente se parecía más a Chita que a Jane. Los modelos de belleza cambiarían entonces a la par de los cambios de los sujetos observados. Marylin era lo que había, lo mejorcito de lo que había. Creo que basta con “mirar las bellezas retratadas en un cuadro de Renoir y las que adornan un afiche publicitario actual” para darse cuenta de que no sólo cambió la valoración, sino que también cambió algo más. 
Entonces.. no estoy en desacuerdo con vos (y me reí mucho imaginando tu rostro o el mío en un afiche de publicidad de Kenzo, usted sabrá perdonar, doncompadre), pero a mí me desvela otra cosa: sea cual sea el desencadenante de cambios de modelos de belleza, y sea cual sea el modelo de belleza de determinada época, siempre hubo (y parece que siempre va a haber) modelos de belleza. Y no sé hasta qué punto eso es condenable, si esos modelos surgen del gusto popular.. Porque más allá de los medios, y el capitalismo y lo que se te ocurra, si tirás una Pampita en la tribuna de una cancha de fútbol, todos los muchachos se van a babear (y es probable que después de la segunda birra se la caguen culeando); pero si en cambio ponés una mina fea, ninguno la va a mirar, o a lo sumo algún roto se le anime.. y le ofrezca una aguja.
Y.. creo haber llegado al punto: estoy más molesto con la naturaleza que con la tevé del capitalismo, que lo único que hace es exaltar públicamente lo que en realidad pasa siempre, en cualquier ámbito privado (y no le estoy lavando los pecados al capitalismo y a sus medios, que no por tener responsabilidad limitada son menos crueles y dañinos: sólo digo que echan leña a un fuego ya encendido..).
No sé si cabe decir que el que es lindo gusta, o que el que gusta pasa a ser considerado lindo, no sé si aparece primero el huevo o la gallina, pero no importa: el resultado es el mismo, el que es lindo gana. Y no debiéramos molestarnos: se trata de un maneje espontáneo de la naturaleza humana, es normal sentirse atraído por lo atractivo, y no por aquello que resulta desagradable a la vista y demás percepciones..
A mí tampoco me da el mate para un análisis profundo (eso se lo dejo a Eco). Sólo digo lo que siento. Y lo que siento es que la puta naturaleza es la primera y más cruel discriminadora..
“¿Por qué se va modificando a lo largo de la historia la manera de percibir lo bello y lo feo, por qué cambian los modelos, de dónde surge esa necesidad?” Voy a reescribir lo que dije más arriba, ahora con forma de respuesta puntual: no creo que se modifique la manera de percibir lo bello, ni que haya necesidad alguna, y los modelos cambian porque cambia el ser humano (los modelos cambian porque cambian los tipos). Sin embargo creo que Marylin habría sido considerada hermosa en la Edad de Piedra, y en el Renacimiento, y lo sería hoy (con una buena dieta y un personal trainer..). En cambio Dill y Gus.. no dan el tipo que encaje en los modelos de belleza de ninguna época de la historia de la humanidad. Pero dejando este detalle al margen, creo que siempre existió y siempre existirá la maldita diferencia entre los lindos y los feos, como una discriminación natural.. Y entonces, si discrimina la madre.. es casi lógico que discrimine el hijo. La única diferencia es que el hijo discrimina por conveniencia (algo bastante entendible, y hasta aceptable, porque es inteligente y no malo buscar la propia conveniencia), y en cambio la madre... discrimina por pura hijoputez divina, otra razón no parece haber.. Una vez más me fui al carajo. Que Dios me perdone, que perdone mi humana soberbia de ignorante resentido. Pienso lo que puedo.. digo lo que siento.

Bueno, para redondear voy a ir al punto que me hace hervir el mood: me parece enfermo y enfermante referirse a un excedido de peso como “el gordo”, a alguien que tiene grande la nariz como “el narigón”, a un bajo de estatura como “el petiso”.. etc. Me resulta asqueroso que al mirar a alguien se esté midiendo el grado de belleza del cuerpo (y también sus defectos) sin saber nada del alma. Ya sé que el cuerpo es visible a los ojos y el alma no, y entonces parece lógico que con los ojos se mire lo que se puede ver.. Pero me resulta repugnante eso que sí es una “construcción cultural” (como diría usté, Dill), y que hace que, de alguna manera, discriminemos hasta los que conscientemente jamás quisiéramos hacerlo...
Los que tenemos más de Quasimodo que de Narciso sabemos de qué estoy hablando.. y lo padecemos. 

Invariablemente siempre termino condenando a la naturaleza (con o sin capitán al timón). Por más vueltas que le dé al tema, no puedo llegar a otra conclusión: la naturaleza es muy turra, muy injusta. Podemos llenar cientos de hojas analizando inútilmente lo que se nos ocurra enfocar como posible clave de algo, pero todo se va al carajo (perdón: se desmorona) ante un simple ejemplo provisto por la realidad: en este planeta no es lo mismo parecerse a Brad Pitt que a Toti Ciliberto. 
Ya hablé mucho de este tema, y no quiero buscarle la sexta pata al gato, porque como todos sabemos, los gatos tienen sólo cinco.. Pero me atormenta la certeza de que existen la belleza y la fealdad absolutas, objetivas, más allá de los detalles y parámetros que uno podría considerar, independientemente de la valoración de distintos observadores. Nadie en su sano juicio va a decir que Marylin era fea, o que Ana María Giunta es linda.. Sin embargo, si nos movemos en los puntos centrales (o no tan extremos) del espectro.. ¿lo lindo gusta simplemente porque es lindo o lo que gusta pasa a ser considerado lindo y se establece “por selección natural” como modelo de belleza? ¿el huevo o la gallina? No sé, ni me importa, ni me da la cabeza para pensar en boludeces. Pero algo está claro: la naturaleza es una culeada hija de puta, y no es lo mismo.. etc. Te lo dice un damnificado que no se siente tan feo como el Tehuelche pero se sabe a años luz de Pablo Echarri...

*Verónica (invitada sin tarjeta):
Perdón, puedo comentar? No pensaba seguir haciéndolo, de verdad, pero me interesa el punto.. Almendra dice que obviamente fue primero la gallina, porque si hubiese sido el huevito sin nadie que lo empolle.. sin duda se habría congelado de frío!
Creo que están hablando de categorizaciones conceptuales, de stándares, que como toda cosa definida y delimitada por el pensamiento es algo muerto poéticamente. Si eso fuera todo no existiría el arte (en todas sus formas, se entiende). Pero el arte impregna la vida hasta puntos inimaginables; es pregnante diríamos los Plásticos. Y su poder radica en que lo bello para él es un horizonte eternamente esquivo, el arte persigue una inexistencia y lo sabe, su propósito es en realidad un despropósito que evidencia una realidad: el alma humana ..Una contradicción, algo que puede albergar en sí el ser y el no ser, una derrota de la razón.
..El Hombre se topa con la belleza, como se encuentra con una verdad; como accede a toda trascendencia.. Casi por error.
22 de marzo de 2009 03:19  

miércoles, 8 de agosto de 2007

El Salvador

por Dill

Salvador Dalí fue encumbrado y denostado con tanta frecuencia que cuesta encontrar una valoración que no se ajuste a prejuicios o falsos parámetros. Cabría decir que el mismo Dalí se encargó de colaborar y de abonar dichas valoraciones con escenas, actitudes, montajes y locuras que no hicieron más que separar la contemplación de su arte y, en cambio, preñaron dicha mirada de cuestiones ajenas al mismo. Soy de la idea de que toda obra, una vez desprendida del autor, debe ser juzgada como si hubiese nacido del aire. Quiero decir: si un arte que creemos genial se revela como creado por una mente enferma de nazismo, por ejemplo, esta precipitación inmediata de nuestro juicio en los horrores que ese nombre despierta, no debería apartarnos de lo primero que dicha obra generó en nosotros. Saber que el autor francés Céline fue colaboracionista durante la ocupación alemana de Francia, no tendría que ser obstáculo para considerar su obra "Viaje al fin de la noche" como una obra maestra. El arte puede estar reñido con las correcciones políticas y morales, ser independiente de ellas. Y más: hasta, sin quererlo el autor, contradecir sus posturas mas execrables. Al margen de las payasadas y actitudes de vulgar mercachifle que tuvo, creo que Salvador Dalí dejó acabadas muestras de su genio, y ampararse en lo primero para borrar lo segundo, me parece un acto falaz y vano. Casi como la vida de algunos de sus críticos feroces.

lunes, 6 de agosto de 2007

MUSIC BACK

Para algunos, entre los que me cuento, la música es un mundo mágico y misterioso que permite acceder a un Nirvana donde el espíritu y el cuerpo juegan el mismo juego.. misterioso y mágico. 
Me pregunto.. ¿por qué me gusta lo que me gusta? ¿Casualidad, resultado de un azaroso pero inexorable proceso que puso en mi camino ciertas melodías, armonías, ritmos.. (esos, y no otros) ..en el justo momento en que mis apetitos y vulnerabilidades estaban abiertos y predispuestos a consumar una irreversible comunión para siempre? No sé, ni creo que importe. Hoy desperté con la rara idea de montar al Dr. Freud sobre un pentagrama, e indagar desde “otro lugar” los orígenes de mi historia con la música, para tratar de descubrir (si es que hay algo que descubrir) por qué me gusta lo que me gusta. Por joder nomás.
Me remonto a los comienzos, hasta donde esos comienzos son accesibles para mi memoria. Cuando era muy pequeño, en mi casa sonaban tangos de la guardia vieja. Mi abuelo tenía un tocadiscos (una vitrola, para qué andar con vueltas: soy un viejo de mierda), y también estaba la radio porteña, que a principios de los ‘60 no desplegaba un abanico de programación muy variada en cuanto a música. Pero el tango nunca me pegó bien, y entonces pienso que mi desagrado por esa música hoy puede tener mucho que ver con aquellas escuchatas a la fuerza.
Lo primero que me atrajo, lo primero que escuché con entusiasmo y hoy podría decir que fue lo que signó mi preferencia y me marcó para siempre, fue la música clásica (o "antigua de tradición escrita", como prefiero llamarla) que mi vieja tocaba en el piano. Las Partitas, las Suites Francesas e Inglesas, los Preludios y Fugas de El clave bien temperado de Bach, el Claro de luna de Debussy, las Sonatas de Beethoven, las Polonesas y los Nocturnos de Chopin, piezas de Mozart, Lizt, Rachmaninov, Schumman, Schubert.. eran un repertorio habitual, que logró captar (y cautivar) mi atención en el momento de los descubrimientos musicales.
Habrían de pasar varios años hasta que, en la primera adolescencia, un interés más fuerte y definido por la música trajera, de la mano del rock and roll, los cambios decisivos que me marcarían a fuego y para siempre. Tenía once o doce años cuando me metí en ese mundo (o ese mundo se metió en mí). Ya sonaban los Beatles en mi rancho, empezando a convertirse en la influencia decisiva. Pero el rock de pulsión más fuerte también me deslumbraba, y aunque sorprenda a muchos (incluido yo mismo), un esfuerzo de la memoria me revela que de la casi olvidada lista de canciones que sonaron en aquel momento en mi vida, es “Travelling Band”, de Credence Clearwater Revival, la que me dio vuelta como a una media, y fue el disparo inicial de una carrera que no habría de parar nunca: había descubierto el rock and roll. De esa misma época también recuerdo un tema de Steppenwolf, y la canción “American Woman” de The Guess Who. Corría 1970, estaba en séptimo grado de la escuela primaria, y fue entonces que el hermano delincuente del Gordo Reiris me habilitó algunos discos de rock and roll, entre los que había uno de Little Richard y otro de Bill Haley, que me gustaron pero.. no fue ese el palo que me partiría la cabeza. Fueron un disco de Clapton (creo que el primero como solista, de 1970) y Pappo’s Blues Vol.1 (prestados por el hermano de otro amigo), y el extraño “Pentágono” de los Rolling Stones, y Led Zeppelin II, y “Sticky Fingers” (también de los Stones), y varios de Credence, y qué se yo qué más y en qué orden cronológico, los que me llevaron a ese lugar del que, una vez conocido, nunca quise salir.
Pero en 1972 pasó algo muy fuerte, que hoy reconozco como el segundo punto trascendental en esa historia: escucho “Machine Head” (Deep Purple) y se me pudre la cabeza. Ya tenía Led Zeppelin I y II, pero fue en ese momento, con Purple sonando a mil, que decidí que quería ser guitarrista. La viola de Ritchie Blackmore me mató. Recuerdo que escuchando los solos de “Highway Star” y “Lazy”, y poco después los de “Deep Purple In Rock”, sentía como si un rayo me traspasara furiosamente, fulminante, limpio, desde la cabeza hasta los pies, clavándome al piso en un mágico ritual que me cortaba la respiración y me desarmaba. Hoy, más allá de los olvidos (naturales o intencionales), y más acá de lo que pueda pensar y decir a los 49 años, no dejo de reconocer que fue Blackmore el primero en volarme la cabeza por completo, el que me llevó a un amor de por vida con la guitarra y el Rock.
Así empezó todo. Después crucé muchas veces la calle, anduve por mil veredas diferentes, me conmoví con mucha música de otros palos, me convertí en cultor de un particular eclecticismo, pero eso es otra historia..
Gus

sábado, 4 de agosto de 2007

Impresiones '05

En los cuentos de hadas
las brujas son malas,
en los cuentos de brujas
las hadas son feas...

Algunas mañanas es mejor no despertar del todo. Si sirve para despegar el alma doblada y temerosa, camino dormido siguiendo el itinerario inequívoco de la rutina, con la mente apenas activa y la voluntad en automático. No me pido más de lo que puedo dar, no espero nada. Sólo camino por las calles vivas de los que viven, con la certeza de que vivo un poco menos pero sé un poco más. Mi disfraz debe ser bueno, o por lo menos efectivo, porque nadie me mira con curiosidad o sorpresa. Soy uno más en la multitud. Uno más que pisa las baldosas de la ciudad y respira el aire que respiran todos. Lo que pase en mi mente será una ceremonia secreta, privada, que no me distingue ante los ojos del mundo. Subo y bajo todo el tiempo, pero trato de no volar demasiado alto para no caer demasiado profundo. Muero un poco cada mañana, soporto los espacios de multitudes porque no tengo opciones, y en cuanto puedo escapar vuelvo a este paraíso que es mi casa. A veces pienso que el amor es el único signo vital en mí, y es acá, con mi mujer y mis hijos, donde me siento vivo.

También están mis amigos, y eso no es poco: la amistad despojada de impurezas y sin obligaciones hace que uno se sienta elegido cada día. Entonces... no sé si existe pero le doy gracias por estar y porque estén. Cerca, lejos... no importa demasiado: esas son meras circunstancias temporales que no inciden en este afecto capaz de recorrer distancias enormes a la velocidad de la luz o del pensamiento.

Algo indefinido me dice que pronto nos veremos. No me pregunten nada, es sólo un presagio. Con todo el miedo de un provinciano trémulo bajaré a la capital y la fiesta será, de cualquier manera. Entonces, sólo entonces, en esa cacería de duendes amarillos, sabremos si la magia dura. Y veremos si aparece el fantasma de La Opera...

Gus '05

viernes, 3 de agosto de 2007

Fe de ratas

Por Gus

En un pasaje de
De milagros, santos y otros demonios dije que "
aborrezco la prédica, cualquier prédica, toda prédica", y recibí por ello un comentario que me llevó a pensar que no había sido del todo claro, que no se entendía que me estaba refiriendo exclusivamente a la prédica de orden religioso. Hasta estuve a punto de corregir ese texto, agregando la palabra supuestamente faltante, aparentemente necesaria para evitar cualquier confusión o duda. Pero no, creo que no hace falta en realidad. Releyendo el texto, pienso que resulta clarísimo que me refiero puntualmente a la prédica religiosa, y a ninguna otra. Porque diccionario al margen, el uso habitual de esa palabra le confiere una connotación tal que hace que, aisladamente, parezca aludir a una práctica religiosa (si queremos referirnos a otro tipo de prédica, resulta necesario aclararlo, salvo que el contexto básico no de lugar a dudas). En mi texto cuestionado hablo de milagros, dioses y otros demonios, y no creo necesario ser más explícito al usar la palabra "prédica"... Es obvio que no apunto a las prédicas en general, no hablo de la prédica del Che, del Dr. Cormillot, o de Greenpeace: en este texto en particular me refiero exclusivamente a la prédica religiosa... y hasta donde yo se, esa prédica nunca generó evolución ni revolución alguna, ni siquiera alentó mínimos cambios sociales que hicieran que los pobres fueran aunque más no sea diez centavos menos pobres... En este punto me detengo para resaltar que si lo que acabo de decir es prédica anti religiosa, o antiprédica, lo asumo con cierto orgullo.
Obviamente no tengo nada en contra de otro tipo de prédicas... ideológicas: hay prédicas y prédicas, y en todo caso las ideas son algo que, bien transmitido, puede generar cosas importantes, como más ideas, reacciones, consciencia, hasta una revolución social o cultural. Pero la prédica religiosa... hmmm... respeto la fe de cada ser, y la no fe también, y creo que en el más leve y sano de los casos, no es serio pretender vender hadas e ilusiones intangibles, no me parece que algo tan personal como la fe (cualquier tipo de fe religiosa) resulte una mercancía limpia, potable... y mucho menos cuando la historia universal nos muestra claramente que ese tráfico de principios dogmáticos siempre pareció estar al servicio del Poder que hizo de este mundo la cagada que es...

Yo no debiera hablar de Dios, y la verdad es que no hablaría si no fuera porque “está en todas partes”… Yo de Dios no se nada, ni siquiera se si creo que existe o no. Mi capacidad de creencia es un péndulo que permanentemente oscila entre Si y No, aunque cierto magnetismo la atraiga con más fuerza hacia No. Pero en realidad yo, como todo el mundo, no tengo certeza alguna al respecto. De Dios nadie sabe nada, porque si existe no se presenta, no se revela, no se manifiesta. Esa es la única verdad demostrable, concreta. De Dios, o de un supuesto ser tal como las religiones lo describen, sólo conocemos esas descripciones. Basura, pura basura: el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, y lo adornó como se adorna un arbolito de Navidad. Los hombres solo saben de Dios lo que otros hombres dicen saber, pero esos otros hombres solo saben de Dios lo que otros hombres dicen saber… y así indefinidamente, como el cuento del gallo capón (que es igual al de la buena pipa). Nadie creería en Dios si nadie hubiese predicado su existencia. Cada uno se plantearía los misterios de la vida en sus propios términos, con su humana inteligencia como única herramienta, y adoptaría una particular creencia, acorde a las respuestas que se haya podido dar a sí mismo. Sin tendenciosas interpretaciones ajenas, ni normas impuestas, ni mandatos (mandamientos), ni promesas fantásticas, ni juicios de terceros, ni amenazas, ni invisibles seres superiores sospechosamente pintados a conveniencia de ciertas minorías... Ante la prédica (religiosa, ahora creo que tengo que aclarar todo, a mi juego me llamaron) no puedo evitar sentirme molesto por el paquete que venden las religiones, con un Dios improbable, inventado, como objeto principal. Y en ese punto se planta la pregunta del millón: “¿para qué, a quién le sirve que los pueblos compren eso?” La respuesta surge por si sola, de la más pura lógica si es que nos movemos en un plano razonable: le sirve a los que siempre les sirvió, a los poderosos de todos los tiempos, que escribieron esta inmunda historia de dominación a través de la manipulación de la consciencia colectiva de los Pueblos. Si yo te digo “mirá compadre, en el jardín de tu casa hay un pez dorado que nada en el aire”, te puedo estar jugando una broma inofensiva; pero si agrego que “el pez quiere que me invites a comer”… soy un hijo de puta que te está vendiendo basura para obtener algun provecho. No conozco ninguna religión que explique algo lógicamente sin pedir nada a cambio: todas dicen lo qué hay que hacer para ganarse el premio, todas tratan de imponer normas de conducta. Y no conozco ninguna norma de conducta propiciada por religión alguna que tienda desinteresadamente al beneficio personal o colectivo como única consigna. Entonces repito lo que creo: la prédica (religiosa) sólo parece apuntar a la venta de un paquete que tiene olor a bosta.